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El ladrillo del miedo
El ajuste inmobiliario destruirá más empleo, pero no debe combatirse con ayudas fiscales
28/03/2008
Los últimos indicadores de vivienda y construcción dibujan un empeoramiento muy intenso del mercado inmobiliario que empieza a asustar a los inversores y a los propietarios de viviendas. La compraventa de pisos cayó nada menos que el 27% en enero de este año respecto a enero de 2007, según las estadísticas difundidas por el INE; el número de hipotecas sigue bajando y también el volumen medio de los créditos, y, por si fuera poco, los promotores inmobiliarios prevén una caída del precio de la vivienda del 8% durante este año.
La primera consecuencia de esta caída inmobiliaria será un aumento del desempleo, que probablemente será más grave a partir del segundo semestre del año, cuando se confirme el parón en la construcción. También quebrarán o harán suspensión de pagos buen número de empresas inmobiliarias; los casos más recientes son los de Cosmani o Prasi. Y, si se confirma la caída del precio de la vivienda, se producirá una pérdida del valor patrimonial de los inmuebles, muchos de ellos pagados con créditos no amortizados, cuyos intereses no dejan de subir.
Asistimos al final de la burbuja inmobiliaria creada durante los gobiernos del PP y que empezó a desinflarse a principios de 2006, cuando el BCE reanudó la subida de tipos. Está por ver si esta depresión inmobiliaria afectará al sistema financiero; es más que probable que las instituciones bancarias hayan provisionado sobradamente los créditos que tienen con particulares y empresas. En cualquier caso, lo que de ningún modo debe hacer el Gobierno es atender las histéricas peticiones para aumentar las deducciones fiscales en vivienda. Sería un error, porque la subvención fiscal ha contribuido poderosamente a hinchar la burbuja cuyo final empezamos ahora a padecer. Las empresas promotoras e inmobiliarias han vivido un largo y próspero auge en el que se han beneficiado de una espectacular sobrevaloración de los activos y del dinero barato. Las reglas del mercado exigen que ahora se paguen los errores de gestión. Los contribuyentes no tienen la culpa de que en los periodos de vacas gordas algunas empresas no se preocuparan de aumentar sus reservas.
El mercado de la vivienda debe depurar el exceso de oferta, asimilar el parón que se viene encima y prepararse para una recuperación lenta a partir de mediados de 2009 en el mejor de los casos. Debe evitarse, eso sí, que el frenazo inmobiliario y la inevitable destrucción de empleo tenga efectos irreparables sobre el crecimiento y el bienestar. En repetidas ocasiones se ha reclamado un aumento de la inversión en obra pública, para reabsorber parte del empleo perdido. Sería aconsejable abordar también otras políticas de estímulo del empleo y deflactar la tarifa del IRPF para que el estímulo económico implícito en la reducción del impuesto no desaparezca con la inflación. Y el nuevo Gobierno debería explicar con claridad hasta dónde llega la desaceleración y cómo piensa aliviarla.
Es lo lógico. Las inmobiliarias quieren aplicar ese dicho que dice algo así como: privatizar los beneficios, socializar las pérdidas.
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Deterioro económico
Los promotores prevén una caída de precio de los pisos sin precedentes
La crisis destruirá 600.000 empleos de construcción en dos años
LUIS DONCEL - Madrid - 28/03/2008
El miércoles fue el INE el que, con sus datos del desplome del 27% en la compraventa de pisos, dio la puntilla a los que seguían hablando de aterrizaje suave en vez de crisis inmobiliaria. Y ayer fueron los propios promotores los encargados de desmontar otro mito que circulaba alrededor del ladrillo: el precio de los pisos sí pueden bajar, y mucho.
Después de meses en los que se han hartado de repetir que los precios presentan resistencias a la baja -es decir, que la vivienda no puede perder valor-, reconocen lo que para muchos era ya una evidencia: la caída es posible, y ya está ocurriendo. Asprima, la patronal de los promotores madrileños, asume que 2008 cerrará con un descenso del 8%, y que los años siguientes continuará la tendencia, con una caída del 4% en 2009, y del 2% en 2010.
Ni las estadísticas de la Sociedad de Tasación ni las del Ministerio de Vivienda, que abarcan hasta los años ochenta, tienen constancia de un retroceso tan pronunciado. No hay datos que puedan comparar la situación actual con la de 1974 y 1975, años en los que España vivió otra crisis inmobiliaria importante.
Y aunque los empresarios le quitan hierro a la situación -"es complicada, pero no dramática"-, la cosa se pone más fea por momentos. Prueba de ello es que el estudio que presentaban ayer calculaba que este año se iniciarán unas 400.000 viviendas. Pero en el turno de preguntas, el presidente de Asprima, José Manuel Galindo, reconoció que la coyuntura había empeorado desde que se terminó el estudio, y que sería más realista rebajar la estimación a unas 300.000 construcciones en 2008.
Un dato para comprender por qué esta cifra supone una hecatombe para el sector: en España se iniciaron 760.000 viviendas en 2006. Es decir, un desplome superior al 60% en tan sólo dos años.
Los promotores calculan que por cada piso que se deja de construir se destruyen dos empleos. Así, la crisis de un sector que ha contribuido a en los últimos años decisivamente al crecimiento económico supone, según el estudio de Asprima, que unos 500.000 trabajadores se irán a la calle entre 2008 y 2009. Pero como las previsiones del documento ya han quedado obsoletas, los promotores inflan esta cifra hasta 600.000.
Es a este punto al que se aferran los empresarios para insistir en la necesidad de que las administraciones tomen medidas para impedir que el ladrillo arrastre al conjunto de la economía. Frente a los que critican que el Estado salga al rescate de un sector que se ha enriquecido como pocos en la última década, el presidente de Asprima tiene un discurso. "No pedimos medidas sectoriales, sino acciones beneficiosas para todos. Por ejemplo, los poderes públicos pueden facilitar la venta de nuestro stock, que ahora pueden rondar los 400.000 pisos, con medidas fiscales o financieras", aseguró Galindo. En su opinión, una vez que se deshagan de estos inmuebles, los empresarios podrán bajar los precios de los pisos que vendan a continuación, pero no los de las casas que ahora no encuentran comprador. No explicó quiénes serán las personas dispuestas a adquirir una vivienda sabiendo que los precios futuros van a bajar significativamente.
Además del mensaje de los promotores, dos noticias más inciden en la evidencia de que el ladrillo vive sus días más tristes. El Euríbor, el tipo de referencia para la mayoría de las hipotecas, continúa creciendo y ayer cerró en el 4,731%, rozando el máximo de este año.
Y un informe avisa de que casi 700 franquicias inmobiliarias cerraron en 2008 por la crisis. Entre los más afectados, cadenas tan conocidas como Tecnocasa, Don Piso y Expofinques.
Ya vemos la luz al final del túnel. Queda poco. Si admiten un 8%, es que es un 20%.