Un día leyendo el foro me atrevo a poner un mensaje en el antiguo loquo ofreciéndome como hombre de compañía.

Es una pequeña locura, pero en esta vida si no realizamos alguna locura de vez en cuando para que vale la pena vivir.

Inicialmente creo que nadie contestaría pero por mi sorpresa al cabo de unas cinco semanas recibo un correo en el email que deje de contacto.

Os explico la experiencia en primera persona......

Leo tu correo y me dices que eres una mujer casada, con hijos, que estas un poco harta de la monotonía del cada día y que te gustaría tener una nueva experiencia.

Me comentas que nunca has ido a un club liberal y que te gustaría probarlo, pero por otra parte te da corte y no estás ni del todo convencida a quedar conmigo.

Tras enviarnos algunos correos más y descubrir que es la primera vez que hago de gigoló, te decides a concertar una cita conmigo, con el trato que si no te sientes a gusto, cada uno volverá por donde ha venido. Sobre todo lo que no quieres es tener remordimientos por lo que haya pasado entre los dos.

Hemos quedado para hacer el café, te estás esperando y como soy de fuera de Barcelona, ​​entre que me pierdo y encuentro lugar para estacionar llego cinco minutos tarde. (Gran error y que espero que no vuelva a pasar).

Para conocernos yo llevo con un traje negro y una camisa blanca.


Mientras estas nerviosa esperando de golpe ves a un hombre de entre treinta y cuarenta años que va vestido de esta manera y entra en el bar. No es muy alto, hace 1,72 y va como un poco perdido, casi estoy más nervioso yo que tu y eso hace que se te escape una sonrisa. Lleva una barba corta y no tiene mucho pelo, pero en vez de esconderlo haciendo juegos de manos, lo lleva corto.

Quizás de entrada no es exactamente tu tipo, pero ya que ha venido levantas la mano con un gesto rápido y lo haces atraes hacia ti.


Nos saludamos con un beso en la mejilla y de entrada no sabemos que decirnos, quizás hablamos del tiempo, o del frío, o lo jodido que está el tráfico en Barcelona.


Te fijas en mis ojos y ves que los tengo de un color marrón claro y como ya te había dicho anteriormente que me fijaría con tu respiración para ver si estás nerviosa, vigilas a ver si es verdad.

Poco a poco tomamos confianza y me hablas un poco como eres y de donde ha surgido la idea de ir a un club de intercambio, (aunque quizás te pasa por la cabeza pensar, que hoy no es el mejor momento ni día para ir).


Al final me dices que no te apetece mucho ir y que ya quedaremos otro día, sin embargo te sabe mal que nos despidamos, pues aunque quizás no soy tu tipo cien por cien, tampoco quieres dejar escapar la ocasión de notar si realmente mis manos hacen lo que dije en el mail.

Me dices que tienes una hora libre y si quiero ir aprovecharla para dar una vuelta, yo te propongo subir hasta el Miramar en Montjuic, pues es lo poco que conozco y que se que tiene unas vistas muy románticas.
Subimos y mientras vemos como se hace de noche en Barcelona,
​​empiezas a coger frío, te siento encima de un muro, me quito la chaqueta y te la pongo para que no tengas frío mientras te cojo por la cintura y te masajes la espalda suavemente para que entres en calor.

Te cuento que si el aire de los labios de uno entra por la nariz del otro el frío se va mucho más deprisa.

Acerco mis labios a unos milímetros de ti y soplo suavemente. Es una sensación del todo extraña, estamos a unos milímetros uno del otro y sin besarnos notamos como uno entre dentro del otro. Después me lo haces tú a mí y abres el abrigo para que también entre dentro de él, pues ves que yo también tengo frío.

Mientras hacemos esto nos damos cuenta de que sólo al hablar estamos tan cerca que la comisura de nuestros labios se roza suavemente y mis labios acarician suavemente tu mejilla.

Poco a poco mientras te froto la espalda con mis manos para que entres en calor, estas mismas levantan un poco tu jersey y empiezas a notar su tacto en tu piel, primero un poco frío que te hace poner toda erguida y la piel de gallina, acercando tu pecho contra mi pecho. Poco a poco deslizo las manos lentamente entrando en calor y mientras seguimos intercambiando el tacto de nuestros labios, te cojo por la espalda y te llevo hacia mí, siguiendo tu respiración.


Tenemos el cuerpo de un tocando al otro. Tú estás sentada sobre el muro con las piernas abiertas y yo derecho ante ti. Tu cintura lentamente se acerca a mi cintura.


Como quien no quiere dirijo mis dedos hacia bajo tu espalda, llevas unos vaqueros pero al estar sentada dejan un espacio que me permite llegar hasta tus glúteos.

Los recojo con mis manos en un movimiento de vaivén como si fuera una ola y tú sigues el ritmo hasta sin darte cuenta envolver mi cuerpo con tus piernas.

Notas como algo de mí está allí presionando por encima de la ropa y haciendo que tu tejano y mi pantalón vayan rozando poco a poco.


Mientras yo deslizo una mano hacia el centro de tu culo y la bajo por tu sacro hasta entrar del todo en tu pantalón y permitiendo a mis dedos poder llegar a tu vulva.
La otra mano agarra fuerte tu espalda. Acercando tu cuerpo más a mí y penetrando ty vagina suavemente con mi mano, notando tu suave elixir.


Al mismo tiempo la fricción de nuestros pantalones estimula tu clítoris.

Piensas que es oscuro y no pasa mucha gente. Bien pensado ni siquiera nos hemos quitado ninguna prenda, sólo parecemos dos enamorados besándose.


Te dejas llevar mientras notas que mis labios están en tu cuello mordisqueándolo suavemente y una de mis manos te araña suavemente la espalda mientras la otra con la ayuda de mi miembro te hacen sentir estimulada por tu vagina y tu clítoris.

Notas en tu cabeza como entra el sonido de las olas del mar y dejas que tus caderas, tu pelvis, tu cuerpo se mueva al mismo ritmo que ellas.


Cada vez que las olas impactan con la arena y las piedras, realizas un movimiento más penetrante, más brusco, logrado que casi mi pene atraviese el grosor de nuestros pantalones y perciba como penetra dentro de tu coño.

Me agarras fuerte con tus brazos, muerdes con locura mi pecho, presionas fuerte con tus piernas mi cuerpo hacia ti, hasta que llegamos ambos al orgasmo ... tú estás sobre mi mano y estás tan sensible que cuando la quiero sacar haces pequeños espasmos, contracciones y gemidos de placer.
Yo juego un poco contigo, ahora saco la mano ahora no.


Cuando acaba el juego, nos quedamos los dos mirando y sonreímos.

Bien pensado no hemos hecho nada ... o quizás si? ..

Bien es nuestra primera cita y quien sabe quizás la última ... eso ya lo decidirás tú