Resultados 1 al 1 de 1

Tema: Injusto despido

  1. #1
    Membresia 3 Estrellas Avatar de Ariadna
    Fecha de Ingreso
    14 sep, 09
    Ubicación
    Barcelona
    Mensajes
    636
    Gracias
    424
    Agradecido 335 veces en 245 mensajes

    Injusto despido

    Llevaba unas semanas tramando el plan, por fin lo haría...

    Hoy era la última en salir y cerrar la oficina, al día siguiente ya no iba a regresar así que el momento era aquel.

    Entré sigilosamente en el gran despacho. Siempre me había dado respeto aquel despacho con sus muebles, sofás negros y paredes blancas inmaculadas...

    Y aún más ayer...


    -Ya está decidido- Argumentó Juan -Eres joven e inexperta, te falta más agresividad a la hora de tratar con los clientes-

    De nada sirvió decirle que me aplicaría más y que podía dar la talla... pero ya estaba decidido.

    -Lo lamento- Fue lo último que dijo.

    Hoy no le había dirigido la palabra en todo el día, lo notó pero nada dijo.



    Me armé de valor, cogí las llaves del despacho, sabía donde estaban guardadas. Encendí la luz de la mesa del escritorio y encendí el ordenador dispuesta a hacer una labor de limpieza importante...

    Estaba tan concentrada que un grito detrás de mí me paralizó.

    -¡Maldita sea!- Juan se abalanzó sobre el ordenador, echó un vistazo, tocó un par de teclas y apagó el ordenador.

    -¿Pero que pretendías?- Me encaró -¿Sabes que esto es un delito?-

    No respondí, aún estaba paralizada del susto y las palabras no me salían... me sentía descubierta... ¿Que pasaría ahora?

    Juan salió de la estancia cerrando de un portazo y cerró la puerta con llave.

    ¿Tenía derecho a retenerme así?

    Me quedé encerrada un buen rato, nerviosa, estaba dispuesta a aporrear la puerta para que me dejara salir y habláramos como personas civilizadas cuando de repente se abrió la puerta y entró de nuevo en el despacho.

    Se sentó en la silla de detrás de la mesa mientras me invitaba a sentarme en la silla de enfrente como cuando me llamaba para asuntos importantes.

    Se pasó la mano por el rostro con un largo suspiro.

    -¿Por qué ibas a hacer eso?- Inquirió al fin

    Yo suspiré, me miré las manos, titubeé sintiéndome una criminal.

    Le expliqué todo, ¿que más iba a perder? Le confesé que me parecía injusto que me echaran, todo lo que había hecho por ellos y por una triste excusa querían echarme sin más...

    Lo miré con una mezcla de arrepentimiento e indignación.

    Juan me escuchó todo el tiempo. Volvió a suspirar y me miró largamente.

    -No diré nada al director- dijo al fin muy gravemente -pero mereces un castigo.

    Me extrañó... ¿un rapapolvo y ya está? yo creyendo que llamaría a la policía...

    Miré a Juan dubitativa.

    -Resolveremos esto como adultos que somos- añadió levantándose de la silla- como tú, me tomaré la justícia por mí mano, espero que lo entiendas.

    Juan se acercó se puso detrás de mí y escuché cuando se dirigió a los archivadores y armarios que habían a mi espalda rebuscando algo en ellos.

    Se acercó de nuevo y tras una leve pausa dijo:

    -Levántate por favor-

    Hice lo que me pedía me levanté despacio y antes de darme la vuelta un pañuelo me cubrió los ojos, levanté los brazos para impedirlo pero Juan me agarró las muñecas.

    -No temas. No te haré daño- Susurró en tono bajo y decidido.

    Seguidamente tomó mis manos, extendió mis brazos hacia atrás y juntando mis muñecas sentí como me las ataba con un cordel.

    -¡Desátame!- Exigí al notar el cordel apretado a conciencia.


    -Si hablas demasiado te amordazaré- susurró en mi oído

    Opté por callar. Sabía que Juan no estaba loco... ¿o podía quizás tener locura transitoria?

    Me encontraba de pie enmedio del despacho, Juan de pronto me arrastró por el cuarto y me hizo caer sentada en el sofá.

    Estuvo un rato en silencio y sentí sus manos comprobando la venda de los ojos como cerciorándose que no viera nada y que mis manos estuvieran bien atadas al notar que yo las retorcía intentando aflojar la cuerda que me presionaba.

    Situándose detrás de mí me levantó con brusquedad me condujo hasta la mesa, me tumbó con las lumbares bien apoyadas sobre el escritorio con las piernas abiertas y flexionadas. Se quedó un rato en silencio mientras yo me sentía abrumada por la verguenza, ¿que diablos estaría mirando? ¿quien se creía que era?

    De pronto, hizo que me sentara, tirando de mi cabello recogido, suavemente pero con decisión me obligó a inclinar mi nuca hacia atrás. Sentí su rostro recorriendo mi cuello casi sin tocarlo.

    -Creo que estás llevando esto demasiado lejos...- Acerté a decir

    Juan no me dejó terminar, lo sentí alejarse bruscamente, desconcertada intenté adivinar donde se encontraba, escuché cajones abrir y cerrarse, pronto volvió a mí para amordazarme con lo que parecía ser un pañuelo.

    Me empecé a mosquear en serio. no tenía ningún derecho a hacer eso, no es que yo hubiese sido una santa pero esto ya era algo personal...

    Se acercó de nuevo a mí y sujetando mi cabello me obligó a voltear el cuello de izquierda a derecha, su rostro estaba tan cerca del mío que podía sentir su calor.

    Lo sentía frente de mí, posó sus manos en mis tobillos y poco a poco fue subiendo por mis piernas elevó mi falda a la altura de mis rodillas mientras yo las apretaba con firmeza.

    Continuó subiendo, rodeó mi cintura, mis pechos y mis hombros, acarició mi clavícula y acercó sus labios a mi lóbulo de la oreja derecha mientras yo giraba la cabeza con impertinencia hacia el lado contrario, de una bofetada me obligó a enfrentarme a él.

    No me la dio con fuerza pero tampoco fue del todo suave.

    Sus manos rodearon mi cuello presionando con delicadeza para comprobar mi pulso acelerado...

    Casi lo adivinaba sonreír...

    Subió de nuevo me acarició el lado ardiente de mi rostro con ternura acercó su nariz a mi rostro y acarició con ella toda mi cara.

    Lo sentí incorporarse empezó a desabrocharme la blusa, yo, al tratar de apartarme me atrajo con ímpetu hacia él mientras con la mano libre desabrochaba hábilmente los botones, de un tirón me semi arrancó la camisa del cuerpo mientras brutalmente me tomaba por la cintura y acariciaba mi escote.

    Sus manos regresaron a mi espalda, besó mi nuca, hombros, acarició mi espalda, bajó sus manos y me desató las muñecas para atármelas por delante, así aprovechó para librarme de la camisa y quitarme con destreza el sujetador.

    Traté de cubrirme mientras Juan me bajaba las manos con insistencia, me dejó un rato ahí sentada, sin yo poder saber donde se encontraba ni lo que estaba mirando.

    Al cabo de un rató me levantó por los hombros y me condujo a ciegas hasta la mesa, me obligó a postrarme encima, me levantó la falda hasta la cintura y me dejó así durante un rato mientras la humillación se apoderaba de mí...

    Al cabo de unos minutos oí un ruido metalíco que me pareció familiar. Lo siguiente fue sentir algo de tacto áspero acariciando muy lentamente mis nalgas... ¡un cinturón!

    Al momento de reconocerlo sentí el latigazo, como la bofetada anterior, no con dureza pero tampoco fue blando...

    Me azotó durante un par de minutos, primero una nalga y luego la otra. Al acabar pasó su mano por mi piel ardiente. Conmovido empezó a acariciarme la piel castigada, acarició y besó mi piel hasta que se sintió satisfecho.

    Me ayudó a ponerme en pie, insegura me tambaleé y al dar un traspiés me sostuvo con firmeza para abrazarme y acariciar mis senos.

    Me llevó de nuevo al sofá me sentó en él, me arremangó la falda justo por encima de las rodillas y me bajó las bragas muy, muy lentamente hasta liberarme de ellas. Volví a cerrar fuertemente las rodillas, tanto que mi cuerpo estaba contraído.
    Juan me las separó sin miramientos en varias ocasiones. La verguenza se apoderó de nuevo de mí y dí un respingo cuando sentí las manos de Juan recorrer mis tobillos, subir por mis piernas y mis rodillas, recrearse en la parte interna de mis muslos, sin llegar a rozar mi intimidad... subir por mi cintura, mi ombligo hasta llegara mis senos para tomarlos y saborearlos con mucha suavidad...

    Empecé a darme cuenta que estaba disfrutando... me desconcertaba la falta de miramiento, acompañado con la ternura y la suavidad de sus manos expertas que a la vez me excitaba muchísimo... me sentía húmeda y dócil a sus carícias, empezaba a saborear esa mezcla de sensaciones... de sentir la caricia de su mirada sin necesidad de tocarme...

    Mi respiración se aceleraba, Juan se hizo cargo de la situación y pareció darse cuenta de mi grado de placer.

    Lentamente me quitó la mordaza de la boca, acercó sus labios a los míos respiró mi excitación, me besó muy despacio y poco a poco introdujo su lengua, yo se la ofrecí y con ese permiso bajó su mano a mi parte más íntima, entreabriendo mis labios inferiores con suavidad y acariciando con seguridad el centro de mi placer, introdujo un dedo en mí, dos... entraba y salía de mí de tal manera que pensaba que iba a enloquecer...

    Finalmente me dió la vuelta y boca a bajo empezo a lamer mis nalgas hasta introducir su lengua en el agujero de atrás humedeciendo primero con un dedo y luego con otro ayudándome a dilatar esa zona tan sensible mis suspiros y gemidos iban en aumento sobretodo cuando trataba de acariciarme por delante.

    Ante esta situación Juan me desató las manos, para que las tuviera libres y pudiera masturbarme sin impedimientos,me había entregado por completo al placer y estaba a punto de culminar... entonces con suavidad y firmeza entró en mí por detrás, las embestidas que siguieron acabaron por culminar todo el placer acumulado y Juan pocos segundos después sació también el suyo.

    Él sobre mí, me quitó la venda de los ojos y nos abrazamos.

    Al cabo de un rato, despues de recuperarnos le pregunté:

    -Juan... Hoy me tocaba cerrar a mí... ¿Por qué volviste?

    Juan sonrió y respondió:

    -A la salida he estado hablando con el jefe sobre tí, le he hablado de tu injusto despido y le he convencido. Sigues en el equipo.

  2. Los siguientes 2 usuarios han agradecido a Ariadna su mensaje:

    mismamente (15/05/2013)

Permisos de Publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •  
ForosX
Deseo, placer y discreción con las acompañantes más selecta . Déjate caer en la tentación y disfruta de la mejor experiencia con la escort de Barcelona de tu preferencia. Nuestras escorts son muy discretas y ofrecen el mejor servicio profesional. Dúplex, lésbicos y más de lo que puedas imaginar. No lo dudes y contacta con una de nuestras escorts de Madrid consigue una noche de pasión con una de nuestras escorts... Disfruta de los servicios sexuales que siempre has querido en diferentes ciudades; las mejores escorts en madrid o las escorts de Tarragona te están esperando. Querrás repetir una experiencia sexual como la que vivirás con nuestras chicas escorts Barcelona