Un día me haré viejo, seré insoportable, me liberaré al fin de todas las alianzas, aquellas que hoy atenazan mi vida, liberaré palabras que tan largo tiempo han permanecido en mi limbo.
Es ese un lugar al que destierro de vez en cuando actitudes y palabras que hoy no puedo pronunciar sin cierto escándalo para los demás. No seré entonces un anciano al uso, no mendigaré afectos ni visitas ni llamadas obligadas por la pena. Me quedaré por tanto con mis incondicionales a los que gané a fuerza de cariño y de un poco de cinismo, no debo negarlo.

Me quedaré quizás, con todo lo que he dejado de lado por tanto tiempo, libros, viajes, historias inconclusas, amores perdidos ... no se, algo se me olvida pero ya no tiene importancia.

Quedará como capricho del inevitable destino la que hoy aprisiona mi corazón que ganó segundo a segundo, con calma, con paciencia, pues es de justicia decir que soy un tanto raro y complicado, no apto para todos. Pero de ese lugar conquistado jamás podre expulsarla