Como toda historia autobiografica, este relato esta novelado, pero en síntesis fue cierto. Largo y cierto.

No sabría como definir a esta mujer conocida con el nombre de Amanda, pero si puedo afirmar que guarda un lugar en mi corazón en por aquel entonces joven corazón mio.
La conocí cuando en épocas de vacaciones trabajaba como traductor técnico de alemán en el Pais Vasco y mi primer encuentro con ella fue catastrófico.

Me presenté un día de junio ya terminadas las clases y justo fuí a mi primera reunión de traductores, ella como siempre las presidía y daba las instrucciones necesarias para el trabajo de la semana.
Era mi primera reunión y yo estaba ávido de sobresalir, sin duda impulsado por mi juventud e inexperiencia. Así pues, a la mínima oportunidad metí baza para concretar el volumen de trabajo asignado para mi.
Según lo dije, ella me miró de arriba abajo con una calma que me pareció duraba horas para concluir con -¿ éste quién es ?- Y el silencio llegó y duró otra eternidad, -el nuevo, se llama César-. Con esas sencillas tres palabras me hundió en la miseria.
Al final de la reunión uno de los veteranos me advirtió de que anduviese con cuidado y que a partir de ahora mis comentarios deberían estar basados en criterios sólidos y contundentes, y así lo hice, durante los meses siguientes solo hablé para decir cosas que eran técnicamente irrefutables y poco a poco me fui ganando su confianza.

Con el transcurso del tiempo fui fijándome en que siempre elegía sentarse justo enfrente de mí, que se arreglaba cada vez mejor y que me miraba de forma especial. Y fue en el transcurso de la última reunión cuando ella llevaba puesta una falda con abertura lateral, observé como cruzaba las piernas de modo que pudiera ver el comienzo de su ropa interior, dando la casualidad de que ese día, a mi juicio no la llevaba.
Al final del día me mando llamar a su despacho. Entré y allí estaba ella sentada dejando ver sus hermosas piernas. Me preguntó ¿has notado algo en mi? y no pude responder más por miedo que por ganas. - no, no he notado nada - Ella separó un poco mas las piernas ¿ y ahora? - bueno yo diría que no llevas bragas
-¿ Y por que crees que me las he quitado, César? - No tengo ni la menor idea Amanda- Lo he hecho por ti, a ver si te enteras que desde hace semanas te vengo dando señales para que te acerques a mi, y tú no te enteras de nada, pero hombre ¿es que tengo que ir en pelotas a las reuniones? ¡ Contesta! Yo rojo de la vergüenza no supe que decir salvo una excusa de los mas idiota. Amanda me indicó con un dedo que me acercase y sin mediar palabra separó sus piernas hasta dejar a mi vista su sexo. Estaba depilado y sonrosado y apenas podía separar mi vista de aquella belleza. ¿ Te gusta ? ¿lo deseas ? Pues tómalo de una vez. Mas por miedo que por deseo me arrodillé y comencé a acariciar su sexo y a los pocos segundos lo noté mojado, ella se dejaba hacer y su respiración se entrecortaba. Puse mi lengua a trabajar y me sorprendió su sabor, era exquisito y continué comiéndole su sexo durante al menos media hora. Mi boca estaba ya tan llena de sus jugos que apenas podía tragar más. Ella se levantó y acarició por encima del pantalón mi miembro, que casi al instante reaccionó, aflojó mi pantalón y me bajó lentamente los calzoncillos. Ya con mi pene a escasos centímetros de su boca lo tomó y se lo introdujo en la boca empezando a chupar y meter y sacar de su boca. Lo que sentía un joven en aquellos momentos era inenarrable, jamás me habían hecho algo así, y en un par de minutos sin poder avisar siquiera eyaculé con toda la fuerza contenida de antes, y llené su boca de esperma caliente siendo tan grande la corrida que se salía por la comisura de la boca. Creí morirme por no haberla avisado a tiempo, pero su reacción no fue la de retirar la boca sino todo lo contrario, no dejó de chupar y lamer lo derramado. Muy bien César, muy bien. Quiero verte en casa esta noche, tengo trabajo para ti.
Y llegó la noche y yo muerto de miedo pues apenas tenía experiencia, tan solo tenía 20 años y algún escarceo en las últimas filas del cine del barrio. Me arreglé, me duché, afeité y todo lo que se me pudo ocurrir para eludir ese compromiso, pero cuando ya no pude hacer nada mas, no me quedó excusa para no ir. Me sentía como oveja que va al matadero y la verdad es que no me había pedido ni opinión siquiera, solo ¡ Ven ! y yo iba.

Eran ya las 9 de la noche y llamé al timbre, ella abrió y me recibió con lencería ya preparada para la fiesta, tendría cerca de los 40 pero hoy parecía una mujer hermosa.
Nada más entrar me besó en la boca y su lengua se deslizaba dentro de mi como si tuviera vida propia, siguió con el cuello mientras al mismo tiempo desataba mi camisa y ya llegamos a salón sin camisa. Sus manos exploraban mi pecho y su lengua mis pezones. Yo mientras tanto acariciaba timidamente su cintura, sus pechos, con toda la delicadeza de que era capaz.
Nos sentamos en el sofá ella con las piernas bien separadas, el olor de su sexo mojado llegaba a mi olfato y no pude contenerme y le arranque las minúsculas bragas que llegaba - bravo asi se hace, soy tuya- Hundí mis dedos dentro de ella y se estremeció -despacio César, no hay prisa- Y así lentamente alterné dedos y boca hasta que estalló de nuevo en mi boca inundándome de sus jugos.
Luego la amé con toda la furia que pude reunir. Y así de esa manera la amé hasta al amanecer y caí rendido. Esta misma situación se prolongó durante el último semestre del año. Yo era joven y podía aguantar los embates de Amanda alternando Estudios, traducción y a ella.
Amaba hasta el amanecer donde me entregaba a extraños sueños en que se entremezclaban la realidad de tener que tener un trabajo terminado ,mis estudios, y las innumerables fantasias de Amanda .Estaba en suspensión de beca por un año y totalmente confuso en torno a mi vida personal.
Así al cabo de cierto tiempo, esta situación comenzó a pasar factura, la falta de concentración, los olvidos y la extrema fatiga precipitaron una caída hacia el vacio que no tardó en hacerse evidente.
Continuos retrasos en las entregas, redoble de esfuerzos para terminarlas a tiempo me llevaron a una situación más bien penosa, de deterioro físico y mental.
Las pasiones de Amanda me requerían continuamente era inabordable y como Religiosa Mantis me sentía devorado cada noche hasta caer exhausto en la madrugada.
Hasta que un día encontré en su casa un sobre lacrado y caligrafiado por ella que decía las siguientes palabras:


Querido César:
Quería ser la primera en felicitarte por la calidad de tú trabajo en esta nueva etapa de tu vida. Has trabajado bien y no quiero perder la oportunidad de hacerte este pequeño obsequio.
Debo decirte que tienes mi admiración y espero con ansiedad que algún día nuestras vidas se crucen de otra manera, en la seguridad de que así será disfruta de tu obsequio.
Tu Amanda.


El obsequio resultó ser la traducción técnica del Manual en el que había trabajado durante 6 meses, estaba perfectamente editado y me sentí orgulloso de verlo con un aspecto de lo mas apetecible.
Por razones que desconozco esa fue la última noche con ella, luego desapareció de mi vida.
Al poco tiempo recuperé mi beca y marché a Madrid a seguir con mis estudios en la Politécnica. De ella guardo recuerdo imborrable y aunque jamás la busque si me hubiera gustado saber de ella, que hace o cualquier información. Estoy seguro que habría corrido a su encuentro.