Busco el interruptor a tientas. Debe ser esto… Empujo con el pulgar hacia arriba y las luces parpadean un momento. De 6 fluorescentes faltan dos y el olor a desinfectante me golpea la nariz.
-¿Qué te parece?
-No esta mal…
-¿No esta mal? –Respondo- Oye… Que me he jugado las pelotitas para conseguir las llaves, y además no quedan muchas morgues de cementerio en uso.
-Te noto tenso, ¿estas acojonado?
-Acojonado no, pero estos sitios me dan respeto (me aclaro la voz), una cosa es una cámara frigorífica, un matadero o una iglesia, pero estos sitios…

Me apoyo en la mesa de metal que queda casi en mitad de la caseta. Se acerca y me clava sus ojos azules, me agarra suave el paquete por encima del pantalón y empieza a masajearlo.
-Venga, anímate tigretón
Me baja la bragueta y me mete mano por dentro del calzoncillo, la tiene helada y eso me motiva menos todavía.
-Creo que el tigre es más bien un gato castrado por ahora- le digo mientras no dejo de pasear la mirada por las paredes de ladrillo.
Se echa un palmo para atrás, se agarra el escote por encima del top y lo baja, dejando al descubierto dos hermosas tetazas bastante firmes para su tamaño y unos pezones rosados que ocupan una buena porción del centro.
-Y esto, ¿no te alegra?
Me recuesto un poco más sobre la mesa, se apoya en mi muslo y me mete una en la boca. Empiezo a lamer y a chupar, al menos eso me relaja y mi amiguito se empieza a animar.

Sube un poco la minifalda, se pone encima de mí y empieza a frotar la entrepierna con mi paquete, el calor empieza a subirme.
-Ahora sí! – dice con una sonrisita perversa.
Acabo de desabrochar el pantalón y libero mi polla. Todavía no está en orden de marcha, pero pronto reacciona al calor y suavidad de su boca. Frota las tetas por todo el tronco y me lame la bolsa para que acabe de ponerse firme.
Se da la vuelta. Minifalda arriba. Es uno de esos traseros grandes algo fofos, pero con la piel suave. Se sienta sobre mí y se la mete. La agarro de la cintura para marcarle el ritmo, me gusta notar sus nalgas apretándose contra mí. Voy subiendo la mano y le agarro el pecho, tiene los pezones duros, los aprieto suave con los dedos y noto su mano frotando por encima de mi verga. Se mueve de atrás hacia delante, va subiendo el ritmo, a veces noto que toco fondo.
Yo intento no gritar, pero sus gemidos no paran de subir de volumen. Se para en seco.
-¿Te has corrido? –le pregunto mientras recupera el aliento
-Sí…. No sé si es el morbo de que nos pillen o algo así, pero este ha sido brutal.
Apoya la cabeza en mi regazo y empieza a chupar. Con el capullo recalentado por el meneo no tardo en soltar toda la carga, que desaparece en su garganta.
-Te has portado, campeón –me suelta mientras cierro la puerta.

Un gato sale de no se dónde y me pega un susto del copón
-Ok, ahora salimos de aquí y vamos a tomar algo.
-Por cierto ¿Como has conseguido las llaves?
-Uno tiene sus recursos, querida…
La tomo del brazo y andamos hacia la salida.