Buenos días,

¿Os acordáis de vuestra primera experiencia profesional? ¿Qué os parece abrir un hilo al respecto para que tanto clientes como foreras profesionales nos cuenten su primer polvo de pago y cobro, respectivamente?

Ahí va la mía...


Corría el ya lejano 1986 (coño, 22 años...) cuando un servidor se encontraba sirviendo en los tercios de nuestro señor el Rey y por un menester de mi jefe directo tuve que desplazarme, en compañía de mi mando y de mi compañero, un buen vizcaíno, a la Villa y Corte.
Fuímos alojados en lo que hoy es el NH Nacional, cerca de Atocha, y el buen vizcaíno y un servidor compartían twin room cuando, tras la pertinente ducha tras un largo viaje en un Talbot Horizon iban a solicitar la cena a recepción. En ese momento, picaron a la puerta y... sorpresa... nuestro mando sonriente acompañando a dos gentiles damas (Jennifer y Leticia, creo recordar... coño hay cosas que no se olvidan fácilmente). Como si fuera una orden, fuimos informados que las dos cortesanas habían recibido una buena cantidad de maravedíes a cuenta del pecunio público para proporcionarnos tres horas de solaz y compáñía...
Alucinados, nerviosos, con cara de poker y una erección bajo la toalla, mi buen amigo y yo decidimos aprovechar el regalo que nos hacía el país y nos pusimos manos a la obra.
Me imagino que las damiselas esperaban encontrarse hombres maduros (como el resto de mandos convocados a dicha reunión) y no a dos berracos de 22 años, jóvenes y fibrados (entonces, hoy no) que llevaban seis meses sin catar mujer...
Paso lo inevitable. A mi me tocó inicialmente Jennifer (aunque en un nomeolvides ponía Pili) y a medio set el vizcaíno y yo cambiamos de pista.
¿Cómo fue? No entraré en detalles porque tampoco los recuerdo. Lo que me viene a la cabeza es que las pobres damiselas no se esperaban esperar a dos jovencillos capaces de bombear sin descanso durante tres horas. Por otro lado, fue una experiencia espectacular... las dos niñas eran bastantes monas, solícitas y el hecho de cardar con un compañero al lado da cierto morbo...
En fin, una buena experiencia que, sin embargo, no tuvo continuidad ya que un servidor estuvo inactivo profesionalmente hasta 1991, cuando tras perder el trabajo y a la novia el mismo día y pasar unos meses agilipollados, un servidor dedició poner fin a la situación y encomendarse a las entonces buenas profesionales de la Sauna Cristal de Barcelona. Pero esa es otra historia...