Tema: HISTORIA DE UN GATILLAZO... Siguiendo la estela del barco del Capitán.

No, la edad podrá producir impotencia, disminución de la líbido, bajo rendimiento sexual o desinterés; el gatillazo es una cuestión de inseguridad personal, de miedo al fracaso.

Ciao!

Pescanova

Ya que parece que Elle nos va mantener en vilo y va a hacer larga la espera para saber el final de su desenlace y volviendo por Enric Granados de un buen masajito cerca de una farmacia en la que la Auxiliar os aseguro que más que poner te dan ganas de correr, me he decidido a explicar la historia de mi único gatillazo y de un casi gatillazo. Que son las dos veces en que he sufrido este tipo de problemas.

Gatillazo con posterior corrección:

Para que veáis que la edad no es un factor determinante para eso de los gatillazos. Me remonto a mis épocas de soltero. Debía tener 23 o 24 años. Mi novia, hoy mi mujer de vacaciones en casa de sus padres. Yo solito en la ciudad, viviendo en un piso de alquiler en la calle Aragón esquina Girona. La afectada por mi incompetencia, una chica holandesa, de Ámsterdam, un par de años mayor que yo, 1,85 supongo porque era más alta que yo, ojos azules, melena rubia larga y lisa. De profesión: escort de super, super lujo (a principios de los ochenta solo realizaba servicios de una noche a 100.000 pesetas y tenía clientes en toda España. Dos pisos en propiedad y una cuenta de Ahorro de aquellas que daban envidia. Prueba de su profesionalidad y su inteligencia).

Hacía tiempo que nos conocíamos, ella estaba sola aquí y yo debo suponer que o no era muy feo o bien era simpático hasta el punto que de conocernos por motivos profesionales (ajenos a su profesión, a causa de la mía) poco a poco, fuimos entablando amistad. En mis tardes de soledad habíamos ido al cine en alguna ocasión. Otras veces a tomar un suizo a la calle Petritxol, otras a cenar un bocata a Rambla Catalunya…Ella sabía que tenía novia, que estaba tan enamorado como para que la cosa no pasara de amistad y compañía. Pero la soledad de tener la novia lejos durante bastantes días, el morbo de saber que conocía una chica por la que otros hombres pagaban lo que yo no ganaba en tres meses, mi visión provinciana y conservadora, a pesar de ser de mente abierta, sobre este oficio…el saber que ofrecía su cuerpo de forma “liberal”…todo ello quebró mi voluntad y como para ella el sexo era algo intrascendente, un día mientras estábamos comiendo en el Sol 9 de Passeig de Gràcia, salió la conversación prohibida, no me preguntéis como, no lo recuerdo, pero el hecho es que salimos del Restaurante, enfilamos hacia la calle Aragón y entramos en una Farmacia a comprar preservativos. Primer varapalo, yo avergonzado comprando preservativos (siempre los compraba en Andorra, en cajas de 24 y nunca había ido a una Farmacia aquí a comprarlos).El farmacéutico, nos miró con cara de borde, altanero y pretendiendo avergonzarnos por la clara intención de pecar que manifestábamos solicitando tales artilugios. Se negó a realizar la venta a grito pelado y tratándonos de todo, nada bueno evidentemente. Tuvimos que recorrer dos farmacias más para conseguirlos. Eran otros tiempos, tiempos aún "de moral y buenas costumbres".

Una vez pertrechados y dispuestos…hacia mi pisito de soltero. Nervios para esquivar a la Sra. Josefa la portera, persona de recta moral y larga lengua. Finalmente llegamos al piso. Empieza el ritual, besos, caricias, más besos…nos desnudamos mutuamente, poco a poco, yo entusiasmado por los descubrimientos que iba realizando, por un cuerpo angelical y por una chica que sabía entregarse y ponerte en situación. Fuimos a la ducha, allí caricias, más caricias y yo con las gafas para seguir contemplando tanta belleza ante mí. ¡Eran otros tiempos! y ver una mujer desnuda no era muy habitual que digamos,y una tan bien hecha, ni en las películas "S" de la época.Todo prometía, aquello pintaba a un polvo memorable. Vamos a la cama, esa cama en la que unas semanas antes yacía con mi novia, una cama vieja y con muelles ruidosos (ñic, ñic y mas ñic) y colchón incómodo. Todo iba de fábula y de repente…el pajarito que dice que se encoge y que no quiere jugar. Yo que empiezo a ponerme nervioso, ¿Cómo puede ser que estando con un cacho mujer imponente por la que otros pagan fortunas, yo a mis veintipocos estoy haciendo un ridículo tan espantoso? No hubo forma humana de recuperarla y eso que en estas circunstancias descubrí lo que era un francés. Pero ná de ná. Ella se tronchaba de risa, me trató con mucho cariño pero no hubo manera, tal vez el complejo de culpabilidad. Tal vez los nervios, quien sabe si el capullo del farmacéutico que pretendió (¿consiguió?), hacerme sentir un pecador y un vicioso. Lo que fuera pero fracasé rotundamente ante la mejor y más bella hembra con la que he estado.

Para vuestra tranquilidad la cosa no quedó aquí. Soy muy tozudo y nunca habría dejado un trabajo a medio hacer. La segunda ocasión, bien planificada y correctamente llevada en acción. Conseguí llegar 14 veces entre un sábado a las 3 de la tarde y el domingo a las 11 de la mañana. Escenario: un Hotel en Sitges en un loco fin de semana. Esta fue mi demostración de que el gatillazo fue simplemente un accidente ya que la sangre latina y joven que corría por mis venas era capaz de hacer los honores merecidos a tan bella dama holandesa.

En otro momento el otro casi gatillazo mucho más reciente, de hace casi un año y aquí tuvo mucho que ver la actitud de la chica. Pero mi catalanidad (la pela es la pela) salvó el honor y, a pesar de mi poca motivación, si se paga para follar, se folla aunque tenga que poner la imaginación necesaria para conseguir que algo poco apetitoso se convierta en un manjar. Pasados los cincuenta y salvando una situación comprometida.

Moraleja: esto le pasa a todo quisqui, e insisto en que la edad no es determinante. Sólo los que sean mayores que yo pueden opinar lo contrario. A los más jóvenes les falta la experiencia de la edad, tendrán que esperar a tenerla para comprobarlo. Hoy he vivido una experiencia absolutamente impresionante: he redescubierto una mujer increíble a la que no presté suficiente atención la primera vez; aparte de su extraordinaria clase, inteligencia, simpatía y buen hacer, el nivel de morbo y erotismo que me ha proporcionado ha sido capaz de activar, desactivar y reactivar mi sexo de forma absolutamente admirable varias veces... a mi edad. Sencillamente increíble. Y las intermitencias han sido debidas a que hemos disfrutado de tanta risa como sexo.

Mi primer gatillazo fué a los 21 años y marcó mi vida. Y me ha pasado de todo: desde la quiebra total hasta la recuperación después de una ducha (segundo intento con éxito), pasando por períodos de sexualidad salvaje apoteósica y temporadas otoñales de absoluta calma. Y cuando digo que Victoria me resucitó el muerto, quiero decir exactamente eso y no lo discuto con nadie, porque me sucedió a mí. Con alguna mujer extraordinaria he mantenido la buena condición durante cinco horas sin interrupción (ni de lejos récords de catorce veces en no-sé-cuántas-horas) y la conclusión es que el gatillazo es el invento más estúpido del macho.

El sexo hay que disfrutarlo como viene, hoy de una manera y mañana de otra, pero a cualquier situación hay que saber sacarle partido, que no todo es eyaculación, amigos. El placer está en los sentidos y en la capacidad de asimilarlo venga como venga.

Ciao!

Pescanova en estado de levitación

Se acepta como gatillazo el quedarse dormido en pleno acto????

Porque entonces......

Un saludín

Quiquin.

Eso no es un gatillazo, eso es salir el tiro por la culata

Y confieso que a mí me sucedió una vez... y me costó el matrimonio.

Ciao!

Pescanova nonón en pleno francés "casolà"