La espalda quemada.

He entrado y salido del agua tres o cuatro veces, la arena me ha quemado las plantas, he tomado una lata, un helado; si escucho música los auriculares me molestan por culpa del sudor, me es muy incomodo leer la revista que he traído.
Hace demasiado calor. No es un buen día para venir a la playa, se me esta haciendo muy largo. Pero tenia ganas de venir para coger un poquito de color. Y ya que me he pegado el viajecito, me jodo y me quedo por lo menos tres horitas.

Mira lo que se acerca! Un grupito de cinco chavalitas, de unos veinticinco… o por ahí!
No queda mucho sitio por aquí para las toallas, pero justo detrás mío si, caben todas. Y se me ponen detrás!
Justo, justo detrás. Casi tocando mi toalla, se ha colocado la que se me antoja la menos guapa, y parece algo mas jovencita que las otras. No se quiere bañar, ni refrescos, ni aperitivos. Que te pasa? Le preguntan… - Nada, estoy bien.

Las otras cuatro están ahora en el mar. Las observo, me achicharro, me voy a dar la vuelta, estoy cansado de apoyarme en los brazos. Upsss! Sus pies están casi a un palmo de mi cara, y me mira. No fijamente, pero alterna su mirada entre sus amigas y mis ojos. Yo debería estar ruborizado, como seria normal en mi, pero no lo estoy, y la miro. Esbozamos una sonrisa forzada, desafiante pero cómplice a la vez.

La próxima vez que dirija la mirada a sus amigas y la devuelva a mis ojos vera que tengo la mía dirigida a su entrepierna. Noto su mirada, alzo la vista, me mira fijamente, ha entreabierto ligeramente los labios, como sorprendida… Como complacida.
Ahora solo desvía la mirada de mis ojos una fracción de segundo para situar a sus amigas. A separado un poco mas las piernas y las puntas de sus pies quedan a pocos centímetros de mis hombros. Estoy apoyado sobre mis codos y mi cabeza queda entre sus tobillos.
Se recuesta sobre sus codos, ladea ligeramente sus caderas y desliza una mano por detrás de su nalga hasta su entrepierna. Vaticino que en un frugal movimiento acomodara su tanguita y volverá a recostarse. Pero no…
Deja ahí su mano, sus dedos pellizcan ligeramente sus labios por encima de la tela. Alza la mirada, sus ojos están clavados en mis manos. Mis pulgares están atrapados por los demás dedos en tensión. Cuando vuelvo a dirigir la mirada a su sexo, eso es precisamente lo que veo. Unos labios preciosos adornados de un negro y brillante vello rasurado.
Su dedo anular aparta la tela mientras el corazón masajea casi imperceptiblemente sus labios. Alzo la vista, su cara brilla por el sudor.

Una mirada fugaz a sus amigas y se gira, tumbándose boca abajo. Descanso mis codos y cruzo mis brazos recostando la barbilla en mi antebrazo. Ella se ladea y adelanta una rodilla, sus deditos aparecen furtivos por entre su monte y vuelven a tirar de la tela de su tanguita. Esta vez lo que veo es su esfínter, ligeramente cubierto de vello, mientras adivino como ella se masajea, por el ligero movimiento de sus nalgas.
Con la frente clavada en la toalla, me observa por debajo de su axila. Nuestros rostros están empapados.

Ellas regresan y clavo mi cara en la toalla. Hace rato que clavé otra cosa!
Estoy pendiente de su charla, ella no participa demasiado. De vez en cuando alzo la cabeza y encuentro su mirada. - Calladito, eh! Ni se te ocurra decirme ni mú! Es lo que me dicen sus divertidos ojos.

Mientras, pienso en la situación. En su desinhibición, en mi ausencia de pudor, en nuestro descaro. Y de repente lo veo claro. Lo que somos… cada uno de los dos.

Pasa un ratito y se marchan. Una ultima mirada. - Calladito, no jodas!
Un vestidito provenzal y unas hawaianas. De entre todas es la menos guapa.

Pasa otro ratito hasta que yo me puedo levantar. Finalmente no fue tan mal día de playa.
La espalda quemada, claro!

Peraperet