Sueños

El mundo onírico y sus significados siempre me han intrigado. Por desgracia, el color gris de muchos de mis sueños, hace que encare con una niebla espesa algunas jornadas. Un par de apuntes. En ocasiones, (por fortuna hace tiempo que no me sucede), durmiendo, tengo la sensación de que mis funciones vitales llevan tiempo detenidas, así que entiendo que he muerto mientras soñaba, lo que me provoca una fuerte excitación que culmina levantándome de la cama de un salto, mientras he proferido un grito desgarrador. De vez en cuando también, al despertar, me doy cuenta de que tengo una paralisis casi completa en todo el cuerpo, pudiendo articular sólo algunos dedos de las manos. Después de recoger fuerzas aspirando hondo, y tras unos veinte segundos angustiosos, puedo recuperar la movilidad.
Os invito a que narréis vuestras experiencias sobre el tema.

Dicen que todos soñamos.

Mi sueño es tan profundo que en rarísimas ocasiones recuerdo si he soñado, y menos qué he soñado. Generalmente aunque sean pocas horas de sueño me levanto descansado, y duerma mucho o poco, sí hay un elemento común y permanente. Me despierto todas las mañanas (o madrugadas) con una tremenda erección.

Cierto es que hace poco, un día, si soñe y recuerdo que soñe con Venus; y claro, la inevitable erección ese día fue casi dolorosa.

Siento no poder aportar más.

Saludos.

Había llegado mayo.

Y aquel tatuaje seguía siendo invisible a ojos de los demás. Como la forja zurzida en una herida de desamores que no se deja cicatrizar por el dolor más placentero. Ni su vida es mia, ni la mia suya. Ni mi herida es nuestra, ni la piel de nadie.

Otro mayo que se escapa corriendo de cada vida, de cada uno de nosotros.

Ella, empezó siendo un perfume accidental.

Como la hoja que cada mes se acurruca, tapa y abandona al anterior. Un calendario rotatorio y rutinario en los días que pasan doblando esquinas, prejuicios y tarantelas; un mayo acabado en ocho siempre llega al nueve, a más de donde se debiera, a menos de donde quisiéramos.

Si esa fragancia perdona doce trajes de pieles muertas y renace de las piedras de los ojos más llorosos, nadie debería disculparse cuando de rodillas la plegaria y el perdón se besan desnudos, sin miedos, sin excusas, sin premura.

Hace casi un año, y el tatoo sigue descarnando a la carne rosa, esperando la henna que moliera la incertidumbre, que le arrancara a tiras, de cuajo el sueño, ese profundo y mortífero sueño que la está llevando por donde su alma no quiere y sus piernas la pierden.

Ella deseaba que su mirada inventara un nuevo día, que las noches, aquellas brujas y sacerdotisas puñeteras que la empujaban a callejuelas de humos infernales, ambientes densos y luces de neón cobrizas... Ella esperaba que mi mano le despojara de la rutina matutina de tomar café cuando la almohada pegajosa, roída y mullida toma el molde de aquella pose que una y otra vez maldecía, cuando los amantes y sus barrigas, cuando los egoístas y sus prisas, cuando los bastardos y sus desvaríos, cuando los correveidiles y sus escalofriantes silencios pernoctan y cobijan al más trémulo y desnudo de los regueros que recorren la soledad de cada mujer que se pierde en el barro de los bolsillos con dobladillo....

Pero sólo encontraba una cita, un encuentro furtivo con el sol, en todo lo alto, y aquella larga y tacirturna melena oscura de noches de viejos desprecios y sufrimientos enraizaba en un remolino de tormentos, de despechos y conformismo envalentonando su larga y taciturna quimera de luces cegadoras.

A ella la luna la mataba tan poco o poco, muy poco a poco. Tan lentamente que no sentía el dolor de la alegría de como expira la noche, la más antigua que ella recordaba ya no tenía ni fecha, ni hoja de calendario quemado por aquella colilla de incipiente barba de cuatro días, ni rostros de perros callejeros, ni ladridos de maullidos, ni amigas de un cuarto de hora, ni amantes de toda la vida entera; ella que ese tatoo lo lleva grabado en la mirada y lacrado en el mentón....ya no sueña, ni casi duerme durmiendo, ni nunca despierta envuelta en el sudor de la alegría...

...ahora, que mayo se calla...y anoche, que la noche era frágil, estéril....casi imperceptible...aquel suspiro, me hirió un trozo de alma y escondió un rastro de historia....

Ella, no espera otro mayo.

Ni otra primavera, ni el retiro en un parque de infantes querubines.

Ella está tan cerca, tan dentro; que incluso algunos de aquellos que moldeaban y daban forma a las cuatro esquinitas de su cama comprenderían que dos por dos es un lecho fraguado de espanto.

Ella, conoce el mapa de su cuerpo, como el renglón cubierto de accidentes geográficos que endosan el lastre de la salida de emergencia del hospital de la vida.

Ahora, es algo más feliz. Sólo un poco más, bien poco diría....

...pero tranquila y esperanzada, ella se coloca las medias hasta la altura de la frontera. Decapita las agujas de huellas antañas. Se lava y relava su bella cara, en el cuenco de sus manos rotas, quebradas. No lleva reloj. Ni espera el sonido del ascensor que anuncia lluvias....

Se ríe, se sonríe y el espejo le graba un tatuaje en el reflejo del sosiego.

Es ella, sólo ella.

....y empieza a olvidar aquella sombra que un tatuaje invisible cada noche le recordaba que el día siguiente era más de lo mismo.

Ahora espera que esta noche sea una sábana de seda sin nadie que le recuerde lo bonito que es el color de sus ojos en la oscuridad.

...y se duerme, y por fin.... podrá soñar.