Ayer pasé por rAMON Y CAJAL. Era casi la hora de cerrar y no había clientes de peluquería. estaban todas libres, alguna medio dormida en el sofá y con pocas ganas, otras limpiando, y apareció Ayen ( o algo así), decidida y dijo: Vamos.
Una vez dentro empieza el masaje, los típicos piropos (siempre me dicen lo joven y guapo que les parezco, jejejeje).
Y llega el momento de dar la vuelta a la tortilla. ponte boca arriba. la pregunta del millón. Masaje allí(señalando)? Sí. Cuanto me das? tanto. Sólo paja? Porque no pagal un poco más? me hago el tonto y pregunto a cambio de qué. Respuesta: Chupal.
acepto, me dedica un buen francés natural, y algunos besos antes y después. ha sido la vez que han ido más lejos, y con más desparpajo. Un buen rato. Y la chinita en cuestión, pasada la treintena no estaba nada mal.
En general, las treintañeras suelen satisfacer mucho más. las jovencitas suelen limitarse al masaje