Querido amigo, no sé si a ti tambien te pasa, pero cada vez que recuerdo la cita con Ana, acuden a mi mente los versos que Sta. Teresa de Jesús escribió cuándo no quería nada más en el mundo que fundirse con el espíritu de Jesus:
"Vivo sin vivir en mi,
Y tan alta vida espero
Que muero porque no muero"
La vida es un cúmulo de problemas, tristezas, amarguras y despropositos. Por eso, cuándo te cruzas con un ángel como Ana, te llena espiritu de la fuerza y la voluntad de mejorar, para arrancarle una sonrisa cuándo vuelva a verte.
¡Qué emociones y sensaciones ha recuperado esta mujer en mí! Después de un verano de hiel y cinismo, me siento otra vez joven y con ganas de agradar.
Se habla mucho de ella. Se lo merece, se lo gana con cada gesto, sonrisa, caricia, palabra...
Y, además, me hace escribir mucho mejor.