Hace algún tiempo, preguntando a la madame, de un tugurio de la capital, que ya no existe, por cómo trabajaba una chica rubia, jovencita, brasileña, y que curiosamente también se hacia llamar Lara y estaba buenísima, me dijo:
“las que se creen guapas, no trabajan bien, escoge a fulana”.Algunas veces me he acordado de la sentencia de la vieja, ante el fracaso de un polvo mal echado con una buenorra joven.Cuando vi el anuncio de esta, me scordé también.