Rosser - Guillem Tell lanza flechas y Rosser responde

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por Andros
Barcelona

Apartamento de la escort9
Duración121 minutos
Precio240
PechoNatural
FumadoraNo lo sé
BesosNo lo sé
FrancésSin hasta el final
GriegoNo lo sé

 

“Había colocado la manzana cuidadosamente encima de la cabeza y el arquero temerario dirigió su flecha contra mí. Antes se había cuidado muy mucho de hacerme sentir que cada uno de mis poros podía ser excitado con su deseo. Pero cuando sentí el dardo, arqueé el cuerpo y me dejé penetrar con dulzura.

 

Al momento me desperté y él me invitaba a morder con ganas esa fruta prohibida que había sobrevivido a todos los embates…”

 

Rosser nos recibe en su salón y responde a nuestras preguntas, intentando evocar la impresión de un momento fugitivo. Es refrescante leer sus respuestas en contraportada de nuestro periódico.

Una entrevista con Rosser, una dama catalana :

Roser, una preciosa mujer en su mejor edad, nos abre las puertas de su nido para hablar con desenfado de su vida, de su último encuentro, del amor y del desamor.

 

Al abrir la puerta nos atraen con magnetismo unos ojos del color del mar y una sonrisa franca y amable. Pasa y ponte cómodo, parece querer decir. Descansa de tu trasiego, caminante y descubre la calma y el placer.

 

Nos recibe como si fuéramos su última conquista, porque realmente se trata de esto, de ganarse el cuerpo y la devoción de aquellos que se le acercan.

 

Su batita corta de satén rojo deja ver unas piernas largas y estilizadas. Se nos sugiere con fuerza un cuerpo sensual y el periodista que somos lamenta no abandonar la profesión un instante para poder conocerla mejor.

 

La habitación está decorada con sobriedad, pero no falta de nada. Una inmensa cama en tonos oscuros y negros tiene un cabezal de hierro forjado en el que sentimos que las manos se pueden aferrar con fuerza en momentos de pasión.

 

Nuestra vista recorre cada rincón en el que todo está preparado para sentirse cómodo y se desvía hacia un amplio baño que sugiere juegos acuáticos.

 

-Un momento-nos dice- saco la botella de cava para celebrarlo. No me entrevistan todos los días.

 

¡El vértigo quiere apoderarse del reportero que se imagina en la dulce espera del sexo cercano, en lugar de una banal entrevista para una contraportada de diario! Pero, cuando ella vuelve, uno siente que también la conversación puede fluir fácilmente.

 

-Rosser, ¿qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

 

-¡Vaya preguntas que me haces! Déjame pensar un momento. Mmmmm. Pues… que me deseen, dar placer y recibirlo.

 

- ¿Es eso la dulzura?

 

- ¡Y yo que sé! Si hubiera querido dulzura, me habría hecho pastelera. Mira, mi última conquista acababa de llegar de un viaje a Madrid y estuve a punto de pedirle unos caramelitos.

 

-¿Y se los llegaste a pedir?

 

- Estuve a puntito, pero la verdad es que no me atreví. Me parecía taaaan serio, con ese nombre que suena a “lengua muerta” Eso de "Andros" suena a griego clásico o a compota de frutas.Habíamos intercambiado tan solo unos mensajes y había visto que él mostraba cierto interés por la cultura, así que pensé que, por lo menos, sería alguien que sabe leer.

 

- ¡No me digas que te liaste con un catedrático de griego!

 

- Pueees, no sé muy bien. La verdad es que no les hago rellenar un formulario antes de conquistarlos.

 

- Cuéntanos cómo quedaste con él.

 

- Bah, lo habitual… me llamó por teléfono, hablé con él y me pareció buena gente. Me envió luego mensajitos, que si tengo ganas de verte, que si me pareces una persona muy interesante… En fin, que mi culito le había gustado.

 

- Pero aparte de tu culito algo habría, porque hay auténticos bombones que ofrecen sus servicios por poco numerario…

 

- Mira. Yo no sé lo que hacen las demás. Suficiente tengo con saber lo que hago yo en mi vida. Quiero decir en mi vida de verdad y en mi vida de fantasía, donde soy Rosser, la dama catalana. Lo único que pretendo es ser sincera y hacer disfrutar con el sexo, con la complicidad, con el buen humor y que cada conquista se sienta el amo de mi nido. A veces son golondrinas, ven otras tierras y vuelven.

 

- ¿Piensas que aquel que hablaba el latín de misa volverá?

 

- Yo puse bastante de mi parte y yo creo que no lo pasamos mal del todo. Mmmmmm. Al cabo de tres horitas estábamos aún tan ricamente dando y recibiendo placer. ¡Y eso que decía que era tímido!

 

- Puede que realmente lo fuera…

 

- ¡Vaya, si entiendes por “timidez” devorarme entera primero con los ojos, luego con sus manos y luego ya… ¡Vamos que me lo pasé “demasiado bien” un par de veces!

 

- ¿Qué quieres decir con eso de “demasiado bien”? Se supone que si te dedicas a conquistar caballeros es porque de alguna forma te gusta eso.

 

- Ya estamos con el temita: ahora va a ser que somos ninfómanas ávidas de sexo. Pero si somos gente de lo más normal. Lo que quería decir es que es muy cansado abandonarse al sexo y tener muchísimos orgasmos. Y vamos, que acabaría una reventada. Sería como jugar una final de Champions en cada cita.

 

- Uy, perdona, no era mi intención herir ninguna sensibilidad. Lo que quería decir es que consideras que el sexo es importante y por eso vives esta realidad dándole un papel relevante en tus relaciones de conquista.

 

- Vale. Dicho así suena mejor. Es evidente que si le tuviéramos aversión, no podríamos actuar con naturalidad y no duraríamos ni medio asalto. Está claro que en los primeros instantes tengo que seducir, crear un ambiente de deseo y potenciarlo. Luego, con suerte, si la otra persona tiene cierta sensibilidad, todo fluye naturalmente.

 

-Como te pasó ayer…

 

-¡Exactamente! Esa “timidez” era una pose escénica, pero consiguió que yo disfrutara con ello. A mi vez, me apliqué a hacerle fundir con mis besos.

 

-¿Y lo conseguiste?

 

-Buffff…. un montón de veces. Luego me dijo que estaba cansado, que no había dormido mucho, pero yo creo que se fue con una sonrisa de oreja a oreja. Ya lo creo que estaba cansado… después de lo que hizo.

 

-¿Qué quieres decir con eso?

 

-Pues que llegó al paroxismo muchas veces, que me sentí deseada, que se comportó como un amante que hubiera elegido libremente y que después pudimos hablar con total libertad. Parece poco, pero es mucho para los tiempos que corren.

 

Suena entonces un teléfono móvil. Ella se sorprende porque pensaba haberlo apagado. Luego cae en la cuenta de que es el otro, el teléfono personal, el que la mantiene en contacto con su vida. Lo consulta un momento para ver si hay algo urgente y luego se disculpa.

 

Nos vamos felices de haber conocido una gran dama y se lo decimos. Con un guiño cómplice se despide:

 

-No vayas a poner que soy una gran dama. Suena a decimonónico.

 

Entonces, sin poder reprimirme le doy un beso en los labios y le pido su teléfono de vida de fantasía. Mañana la llamo, sin falta, porque hay que conocer una mujer así al menos una vez en nuestra existencia.  

 

 

Una entrevista con Rosser, una dama catalana :

 

[spoiler]

 

 

Roser, una preciosa mujer en su mejor edad, nos abre las puertas de su nido para hablar con desenfado de su vida, de su último encuentro, del amor y del desamor.

 

Al abrir la puerta nos atraen con magnetismo unos ojos del color del mar y una sonrisa franca y amable. Pasa y ponte cómodo, parece querer decir. Descansa de tu trasiego, caminante y descubre la calma y el placer.

 

Nos recibe como si fuéramos su última conquista, porque realmente se trata de esto, de ganarse el cuerpo y la devoción de aquellos que se le acercan.

 

Su batita corta de satén rojo deja ver unas piernas largas y estilizadas. Se nos sugiere con fuerza un cuerpo sensual y el periodista que somos lamenta no abandonar la profesión un instante para poder conocerla mejor.

 

La habitación está decorada con sobriedad, pero no falta de nada. Una inmensa cama en tonos oscuros y negros tiene un cabezal de hierro forjado en el que sentimos que las manos se pueden aferrar con fuerza en momentos de pasión.

 

Nuestra vista recorre cada rincón en el que todo está preparado para sentirse cómodo y se desvía hacia un amplio baño que sugiere juegos acuáticos.

 

-Un momento-nos dice- saco la botella de cava para celebrarlo. No me entrevistan todos los días.

 

¡El vértigo quiere apoderarse del reportero que se imagina en la dulce espera del sexo cercano, en lugar de una banal entrevista para una contraportada de diario! Pero, cuando ella vuelve, uno siente que también la conversación puede fluir fácilmente.

 

-Rosser, ¿qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

 

-¡Vaya preguntas que me haces! Déjame pensar un momento. Mmmmm. Pues… que me deseen, dar placer y recibirlo.

 

- ¿Es eso la dulzura?

 

- ¡Y yo que sé! Si hubiera querido dulzura, me habría hecho pastelera. Mira, mi última conquista acababa de llegar de un viaje a Madrid y estuve a punto de pedirle unos caramelitos.

 

-¿Y se los llegaste a pedir?

 

- Estuve a puntito, pero la verdad es que no me atreví. Me parecía taaaan serio, con ese nombre que suena a “lengua muerta” Ya lo decía mi madre : “¡Yo, ni caso. Como si lo dice el Sursumcorda!” Habíamos intercambiado tan solo unos mensajes y había visto que él mostraba cierto interés por la cultura, así que pensé que, por lo menos, sería alguien que sabe leer.

 

- ¡No me digas que te liaste con un catedrático de latín!

 

- Pueees, no sé muy bien. La verdad es que no les hago rellenar un formulario antes de conquistarlos.

 

- Cuéntanos cómo quedaste con él.

 

- Bah, lo habitual… me llamó por teléfono, hablé con él y me pareció buena gente. Me envió luego mensajitos, que si tengo ganas de verte, que si me pareces una persona muy interesante… En fin, que mi culito le había gustado.

 

- Pero aparte de tu culito algo habría, porque hay auténticos bombones que ofrecen sus servicios por poco numerario…

 

- Mira. Yo no sé lo que hacen las demás. Suficiente tengo con saber lo que hago yo en mi vida. Quiero decir en mi vida de verdad y en mi vida de fantasía, donde soy Rosser, la dama catalana. Lo único que pretendo es ser sincera y hacer disfrutar con el sexo, con la complicidad, con el buen humor y que cada conquista se sienta el amo de mi nido. A veces son golondrinas, ven otras tierras y vuelven.

 

- ¿Piensas que aquel que hablaba el latín de misa volverá?

 

- Yo puse bastante de mi parte y yo creo que no lo pasamos mal del todo. Mmmmmm. Al cabo de tres horitas estábamos aún tan ricamente dando y recibiendo placer. ¡Y eso que decía que era tímido!

 

- Puede que realmente lo fuera…

 

- ¡Vaya, si entiendes por “timidez” devorarme entera primero con los ojos, luego con sus manos y luego ya… ¡Vamos que me lo pasé “demasiado bien” un par de veces!

 

- ¿Qué quieres decir con eso de “demasiado bien”? Se supone que si te dedicas a conquistar caballeros es porque de alguna forma te gusta eso.

 

- Ya estamos con el temita: ahora va a ser que somos ninfómanas ávidas de sexo. Pero si somos gente de lo más normal. Lo que quería decir es que es muy cansado abandonarse al sexo y tener muchísimos orgasmos. Y vamos, que acabaría una reventada. Sería como jugar una final de Champions en cada cita.

 

- Uy, perdona, no era mi intención herir ninguna sensibilidad. Lo que quería decir es que consideras que el sexo es importante y por eso vives esta realidad dándole un papel relevante en tus relaciones de conquista.

 

- Vale. Dicho así suena mejor. Es evidente que si le tuviéramos aversión, no podríamos actuar con naturalidad y no duraríamos ni medio asalto. Está claro que en los primeros instantes tengo que seducir, crear un ambiente de deseo y potenciarlo. Luego, con suerte, si la otra persona tiene cierta sensibilidad, todo fluye naturalmente.

 

-Como te pasó ayer…

 

-¡Exactamente! Esa “timidez” era una pose escénica, pero consiguió que yo disfrutara con ello. A mi vez, me apliqué a hacerle fundir con mis besos.

 

-¿Y lo conseguiste?

 

-Buffff…. un montón de veces. Luego me dijo que estaba cansado, que no había dormido mucho, pero yo creo que se fue con una sonrisa de oreja a oreja. Ya lo creo que estaba cansado… después de lo que hizo.

 

-¿Qué quieres decir con eso?

 

-Pues que llegó al paroxismo muchas veces, que me sentí deseada, que se comportó como un amante que hubiera elegido libremente y que después pudimos hablar con total libertad. Parece poco, pero es mucho para los tiempos que corren.

 

Suena entonces un teléfono móvil. Ella se sorprende porque pensaba haberlo apagado. Luego cae en la cuenta de que es el otro, el teléfono personal, el que la mantiene en contacto con su vida. Lo consulta un momento para ver si hay algo urgente y luego se disculpa.

 

Nos vamos felices de haber conocido una gran dama y se lo decimos. Con un guiño cómplice se despide:

 

-No vayas a poner que soy una gran dama. Suena a decimonónico.

 

Entonces, sin poder reprimirme le doy un beso en los labios y le pido su teléfono de vida de fantasía. Mañana la llamo, sin falta, porque hay que conocer una mujer así al menos una vez en nuestra existencia.