Barcelona
Apartamento de la escort | 8 |
Duración | 240 minutos |
Precio | 700€ |
Pecho | Tuneado |
Fumadora | No |
Besos | Besa con lengua |
Francés | Sin hasta el final |
Griego | No lo sé |
No sé por donde empezar. En serio. Y no es la primera vez que estoy con Infinity, ni la última espero. Ni la primera vez que encuentro en mi vida, esa a la que llamo y ha sido, una muy buena vida, con una escort difícil, por extraordinaria, de cualificar. Entendedme, no voy a establecer un ránking de las mejores que he conocido, porque ni mi placer ni mis momentos de felicidad obedecen ni participan de concursos de méritos. Siempre digo que algo y alguien me gusta más o menos, no por una razón, no por motivos tangibles. Me gusta porque sí, porque estimula el mejor gusto del mundo, que no es otro, en eso estoy de acuerdo, que el mío.
Y Infinity me gusta. Cómo pocas, cómo muy pocas. Cómo… poquísimas.
Y ésta última vez, especialmente.
Pero no sé por dónde empezar. Sí, es fácil, diréis, buenos observadores, empezaré por el cuerpo. Receta fácil: mézclense todos los patrones universales de belleza. Añádase una piel suave y bronceada cómo las que, quizás, anhelas. Agítese enérgicamente, con mucha energía, pero con mucha fuerza y buen ritmo, que bien el resultado merece sudor y jadeo, agítese, decía, el preparado. Deposítese en molde de talla media, de talla perfecta, la que luego quedará entre sus tacones y mis mirares, y obténgase el resultado. Una criatura perfecta. Simplemente perfecta. Increíblemente perfecta. Ayer la miraba, y cómo buen portador de vista cansada, me ayudaba en mi examen con las manos, voluntariosas ellas, que mucho miembro hubo y había con vida propia y voluntariosa a su vera, verita dulce. Recorría piernas torneadas, muslos duros, la suave loma de unas nalgas que más parecen llegadas del oeste tropical que del este gélido… Espalda fuerte y recta. La mano corría demasiado, los ojos no podían seguirla. Ayyy! Que largas son esas manos, Oliba. Aún cuanto cerca la tenía.
Mira que es mona, decían mis manos, ciego, más que ciego. Tantas veces ciego. Mira, mira que es mona. Incluso sin tabla de windsurf.
¿Sigo?
Me pierden sus labios. O me pierdo en ellos. No tengo labios cansados, ni creo que cansen nunca de hablarle pegados a los suyos. Y debían hablarle de mis sueños y quizás soñé siempre besarla. Porque, criatura perfecta, y deliciosa, besa de locura. Y hasta la locura se deja besar, de Norte a Sur, de Sur a Norte, de Norte a Sur
Y sabe a lo mismo. A pura locura.
¿Continuo?
Ojos de gata. Cara de gata. No vi nunca tristeza ni melancolía en su semblante, y mira que razones tenía ante el espectáculo que le mostraba esta decadencia mía, de cuerpo y de arma no gitana. No, no es triste, pero es seria. Sonríe cuando debe, y entonces es deliciosamente alegre. Pero normalmente es serena. Y en ocasiones, si el arte acompaña y es propicio, me encanta oírla reir aunque a veces sus muslos aprisionen mis oídos.
Y con risa o serenidad, es lista. Hermosa y lista. Y con aquel delicioso acento con que regala al idioma de los ángeles y al que ahora escribo, descubres, con poco, que se olvidaron toda vulgaridad en crear esta maravilla.
Bella, lista y
¿Más?
Rubia, rubia eslava. Aquel platino que conocí en Primavera, se ha dorado en Otoño. Me gusta más ahora. Tampoco es de sorprender, me gusta más cada día. Preciosa cabellera precipitándose en galope, también rienda de reyes para controlar la monta. Y caricia para los ojos y tortura a mil envidias en cena.
Porque hubo Sexo, ya os lo aclaro , cena y más sexo con sabor añadido de café y orujo. Será que bebí de una fuente de eterna juventud y por eso ella, cuando más me alimentaba, más reía. Y alguna explicación debo encontrar, porque no es nada normal, nada os lo juro, el formato. Pues hubo sexo casi nada más entrar, echando por la borda formas y casi saludos. Sexo muy peregrino, peregrinando por pasillo hacia salón y hacia dosel y espejo. Y después de mucho rato, por encima de estúpidas encuestas y patéticas confesiones de promedios, cuando os contaba la miraba con las manos, escapamos, oscuro semita y brillante eslava, a alimentarnos de Normandía, algunas piezas, setas y carne. Collet Assemblage y sangre de Roble y Garnatxa vieja. Y a cultivar miradas que incendiaban su vestidito negro, su torera y, como no, cuando ella no veía, el fuego sería griego porque iba a prender su trasero. Mirad, mirad, que me dais la mejor idea. Que ahora, salto postre y me la como a ella. A la salud de todos… y de todas, que vosotras también mirabais. I deseabais. Y esto, el deseo entre mujeres. El furtivo deseo que se amaga del compañero o machito de guardia, me encanta. Y me pone. Vamos si me pone.
Y aún vivo, amigos. Podría no estarlo, y habría sido una buena vida, y una forma de acabarla que no conseguí imaginar ni en mis mejores sueños. Sería hermoso llevarse de esta buena vida cómo última música, su risa explosiva, aún serena.
Seguiré probando. No desisto. Y, si no lo consigo, merecerá la pena seguir disfrutando de una de las más maravillosas criaturas que he conocido.