Paula - Soy un truhán, soy un señor

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por Andros
Barcelona

Apartamento por horas8
Duración69 minutos
Precio120
PechoNatural
FumadoraNo lo sé
BesosBesa con lengua
FrancésSin
GriegoNo lo sé

Paula BCN – Soy un truhán, soy un señor

Cada vez lo tengo más claro: me gustan las mujeres y me gusta el vino (y lo paso bien, esto es divino).

 

Llevo un añito justo en esta vida luminosa. Sin duda, he aprendido alguna cosita y un encuentro en el mismo lugar en el que empecé hace un año me permite ver el camino recorrido. Así que voy al mismo hotel, me hacen esperar igual, me encierro con alguien que no conocía previamente, tengo que dominar mis nervios…

Pero debe ser que los astros se alinean adecuadamente porque me lo pasé de escándalo con una mujer de verdad, totalmente alejada de las niñas etéreas de los anuncios de perfumes para lolitas.

Paula es una señorita encantadora, pero sobre todo es una persona con quien puedes tener una cercanía inmediata si tienes la suerte de conectar. Y ¿qué quieren que les diga? últimamente tengo buena suerte.  

 

Me interesas, nene

Un amiguete ya me había hablado de ella en términos muy positivos. Pero pasa lo de siempre: cada uno tiene sus gustos.

El caso es que con la tontuna del “buuuuuuf, esta Paula es tremenda”, empecé a mirar sus intervenciones en diferentes hilos en un foro de Barcelona. Me encuentro con una persona que habla clarito, clarito, dejando claras sus opiniones y defendiéndolas con fuerza. (vamos que no es la forera que te dice “sí, cariño, lo que tú digas.” si no lo tiene claro.

Abrió un hilo en el que hablaba de “foreros futuribles” y me puso en su lista corta.

Con la tontería, intercambiamos unos mensajes y me fijé más aún, hasta que ya me fijé tanto que la tenía a cinco centímetros de mí.

Esas %$&tas habitaciones por horas

No me gusta esto de las habitaciones por hora, porque puede condicionar un encuentro. Menos mal que nos lo tomamos todo con buen humor.

Si queréis leéis y, si no, saltáis lo que está en cursiva.

 

Con el mal rollo que me dieron la última vez en el hotelito (haciéndome esperar, diciendo que de todas formas me cobrarían más, metiéndome prisa de malos modos..) preferí pagar diez euros más y evitar esas complicaciones estúpidas que generan mal ambiente y que pueden condicionar un encuentro.

Antes de llegar, Paula me comenta que sabe que he reservado dos horas en el hotel y una hora con ella y que no me vaya a pensar que “tó el monte es orégano”.

Se lo aclaro por teléfono y me quedo con la duda de si, por querer que la cosa fuera mejor, resulta que la he pifiado.

Llego al hotel a la hora y ella se presenta unos minutos más tarde, pero la habitación no está lista y nos hacen esperar en un apartado de dos metros cuadrados durante cuarenta minutos. Cuando al final nos llaman, me dicen que “se habían olvidado de nosotros”.

No monto un escándalo porque no es buen comienzo y prefiero olvidarme, pero entramos en la habitación con mucho retraso y luego cada uno teníamos nuestras cosas que hacer.

A lo que vamos

No dejamos que eso nos corte el rollo y nos abrazamos. Huele bien, a fresco y me dice a mí que le gusta como juelo.

Lo pasamos bien y ya está. Valoración muy positiva…

…y no se os ocurra leer lo siguiente que pongo en cursiva, porque luego os pondréis tontorrones. Aviso que está un poquito subido de tono y no es de esos relatos de "sublime ninfa que me transportó al paraíso".   ;-)

 

La desnudo lo que buenamente puedo (soy torpe con modelos complicados como ese vestido que se engancha con un elástico al cuello). Con medias y zapatos negros se ofrece a mi vista como la real hembra que es. Mi pene saluda con la cabeza y dice que sí, que sí.

Ella dice que pasa mucho hambre y que necesita alimentación. Y yo que no sé decir que no, pues le doy algo para comer que le gusta le gusta, porque se relame con ansia.

Pero Paula sabe además recibir las caricias y se relaja totalmente para un paseo de mi boca, convertida en Dora la Exploradora.

Me divierto, me divierto porque Paula tiene un montón de montañas que uno se comería y de valles donde no da el sol y hace fresquito en verano.

Beso su vientre, su pecho de derechas y , luego, el de izquierdas, para que no me diga que mezclamos política y sexo. Y con tanta dedicación política, su centro está contento. Así que cuando mi boca acaba por encontrar el camino del paraíso, me sorprende el sabor del mar.

Y comiendo, comiendo noto que se pone negativa (noooo, noooo), positiva (siiii, siii), religiosa (ay, diooooos), profética (va a venir, va a veniiiiir) hasta que explota con alegría, pegándose cachetazos en su pocoyo y retorciéndose como si le hubiera picado un bicho malo.

Debo decir que ya lo había visto en alguna peli, pero es la primera vez que veo en vivo estos cachetes (como si estuviera botando una pelota de baloncesto situada en su clito) y pregunto interesado. Es que el saber no ocupa lugar y yo soy de natural curioso.

La cosa es que el roce indirecto producido por los impactos suaves es placentero y prolonga el placer tras la hipersensibilidad. Ondia, neng, se aprenden cosas en este mundillo.

Pero Paula es guerrera, guerrera. No atiende a razones cuando le digo que descanse tras su fiesta particular y no me quiere dejar en paz.

Canta empuñando el micrófono con alegría y dedicando la canción al respetable que la mira desde arriba con admiración.

Debe ser que mi pene le ha hecho algo malo, porque a veces lo acaricia, a veces lo hace desaparecer, le escupe, lo relame…

Y yo estoy que me voy, que me quedo, que me voy, que me quedo, disfrutando de aquel momento, que no es para nada una representación teatral, sino un momento de placer compartido, en el que Paula busca mi placer y se excita con él. Es sexo de verdad, de calidad, disfrutado y con buen humor.

Me mira y sabe lo que siento; la miro y no hace falta que le diga nada.

Me viste de color naranja con sabor a mandarina y cabalga sobre mí, que soy potro desbocado sobre el que monta una valquiria.

Sentimos cada embate, cada impulso y crece mi deseo. Con pasión nos besamos y me pierdo, me pierdo, reventando con una fuerza que me sorprende a mí mismo y dejándome clara la diferencia entre un polvito y un señor polvo. Marededeu, señor!

 

Paula lo hace todo bien. Es atenta, se preocupa por mí, recoge mis hijos y bromeamos sobre la posibilidad de plantar aquello y tener un árbol de látex que daría preservativos de sabores.

En lo que seguimos

Tras un poquito de reposición de líquidos y unos chocolatitos compartidos ¿qué quieren que les diga? yo veo una mujer así y me pongo tó loco, tó loco. Pero no voy a contar más, porque luego dicen que exagero.

Yo aviso, no leáis lo siguiente:

No va mal la cosa, porque ella también se encuentra bien, bien, pero como yo soy bastante perro (lo del gato es para disimular  ) le pido que se dé la vuelta y que me deje descubrir su espalda.

Y de caricia en roce, pasando por algún beso volador, noto que se relaja completamente y me alegro al ver que cada paseo de mi mano despierta una tormenta  en su vello.

Busco entonces ese pliegue en la nuca, ese lugar sensible en el hueco de la espalda y le retiro las medias para poder acceder a la suavidad de sus rodillas.

 

Me pregunta si soy fisio y yo pienso que no, que soy Sagitario. Yo es que eso entiendo poco. Simplemente escucho la reacción de su piel y acaricio ese instante.

El calor de mis labios la enciende y ya estamos otra vez en el lío. Ella me provoca preguntando si los gatos lo hacen como los perros y, con su cariño, todo es posible.

Disfruto con la visión de su espalda y su sexo fresco y alegre, el culo en pompa y el buen humor.

Nos está gustando, pero siento la nostalgia de su pecho y de sus besos y me lanzo a la evangelización de la Ribera del Ebro. Sí, sí, ya sé que son tierras cristianas, pero yo tengo una vocación misionera tremenda.

De nuevo hay lucha sin cuartel, sudor, calor en el gozo del combate, sexo que se disfruta y se vive intensamente hasta que noto que llego al punto de no retorno y la mujer alfa que todo lo puede, la Venus primigenia que conoce todas las artes, sabe sacar lo mejor de mí mismo.

Hablamos, reímos, bromeamos, la veo más guapa tras el amor.

Ella me dice que he sabido llegar justo, justo al final de la canción y entonces me doy cuenta de que sí, de que había musiquilla de fondo, pero que con Paula eso no importa porque me ha sabido llevar a una espiral de sexo en la que ella no me tenía que demostrar nada sino simplemente ser como es.

Salimos del hotel y…

 

… y una leche os voy a contar más.

Apa, ya he largado suficiente.