¿Alguien sabe cuándo se estrena la película que muestra la difícil historia de la sobrina de Saito, que se prenda de un descamisado reo? Una bella y complicada relación, entre dos personajes de culturas y rangos sociales distintos, que logran superar las adversidades de una guerra y de una sociedad como la nipona, que recela de un occidental que ni siquiera sabe sentarse adecuadamente en la ceromonia del té.
La mejor escena, es aquélla en que la protagonista se pone a llorar después de darle veinte latigazos al reo, porque al servir la mesa comprueba que apesta a sudor, (lógico después de estar tantos días encerrado en ese cubículo expuesto al sol), y su tío, le da permiso para ajusticiarlo. Al terminar el castigo, ella se abraza a la espalda del preso;sus lágrimas le cicatrizan las heridas y pasa a besarle con mimo cada zona golpeada. El contraste de su vestido de miriñaque de satín color rosa, con los sesgados harapos de él, es una preciosa metáfora al alcance de unos pocos maestros del séptimo arte, como Capra o Ford.



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