Tema: Un resumen de mi vida escorteril o el síndrome del Abuelo Cebolleta.

PARTE II:

Reconozco que durante mis inicios en el mundo de las escorts, mi guía de referencia a la hora de encontrar escorts fue una revista gratuita muy conocida por la zona de Tarragona llamada La Crida. (Reconozco que es cutre, pero en esa época no conocía ni la mitad de herramientas que conozco ahora, no conocía Foros X y no disponía de Internet en casa). Gracias a la sección de contactos de La Crida tuve expes mediocres, regulares y buenas. Aún me quedaba mucho por aprender. Pero de esa época quiero destacar a una escort italiana llamada Silvia.

Me encontraba yo un día repasando anuncios de "divorciadas besuconas" y "maduritas morbosas" hasta que el anuncio de Silvia llamó mi atención, no recuerdo con claridad que me impulsó a llamar, pero sí recuerdo que lo que me acabó de convencer fue su franca simpatía, el descuento que me aplicó al caerle yo bien por telefono y la promesa que me hizo de que lo pasaría bien si iba a verla. Total, que me convenció rápido. Visita rápida al cajero y me planto en un tiempo récord en su apartamento. Silvia no era una belleza, pelo rubio teñido muy corto, regordita y con abundante pecho. Me hizo pasar a un pequeño salón/cocina/barra americana desordenada, donde una tele llenaba el silencio y las maletas hechas detrás de la puerta indicaban una vida nómada y movida. Mientras ella rebuscaba en la nevera una lata de coca-cola para mí, la observé largo rato intentando decidir si estaba buena o no lo estaba. Una vez me dió la lata de refresco noté como una mano se posaba en mi paquete. Ese gesto me pilló por sorpresa y mi respuesta fue excitarme....

Silvia follando era muy buena, se dejaba hacer y gastaba buenas tetas. Aunque no la chupaba muy bien, suplía todas sus carencias siendo arrolladoramente simpática Todo un descubrimiento. Mientras el sordo sonido de la tele inudaba el pequeño apartamento yo me corría con felicidad. Volví dos veces más a verla y el último polvo lo echamos en ese destartalado sofá que dominaba el salón. Nunca me había follado a una puta en un sofá. Silvia desapareció tan rápido como apareció, supongo que agarró las maletas y se fue en busca de tierras mejores y no se acuerda de mí. Yo a veces me acuerdo de ella, cuando no es para relatar mis vivencias en ForosX su recuerdo me viene a visitar cuando la nostalgia anida en mi cabeza.

Por aquella época me acababa de licenciar en la universidad y me encontraba en la penosa situación de ser un becario. Quería ahorrar, quería hacer un post grado, quería un coche, en fin, quería muchas cosas....Al final hice mi etapa de becario en la sección de Recursos Humanos de una conocida empresa. Echando la vista atrás, no fue tan humillante ni tan degradante como me lo pintaron en la facultad. No hice ni un solo café. Ordené archivos, atendí llamadas y me abrí de ojos y de orejas en el mundo real. Como dice un conocido anuncio: ahora tocaba desaprender.

Tenía dos supervisoras: MªJesús y Ana. MªJesús era una mujer mayor de unos cincuenta y tantos, muy mal llevados, que se pasaba gran parte de su jornada laboral criticando y apurando sus Winston. En cambio, Ana solo era dos años mayor que yo, llevaba tan solo un año en ese departamento y enseguida nos empezamos a llevar bien. Por aquella época no tenía coche y Ana se ofrecía a llevarme y a traerme ya que vivíamos en la misma población (y éramos casi vecinos). Al final fuimos cogiendo confianza, conectando y ella me explicó que su novio estaba viviendo en Holanda y que tenían muchos planes, etc, etc...

El tener a su novio todo el santo día en la boca no le impidió liarse conmigo una noche. Estabamos en su coche, después de una cena en un restaurante que yo conocía de mis tiempos de "ligón" de farra universitaria, Ana aparcó el coche en una zona tranquila y se abalanzó sobre mí a comerme la boca. En una primera instancia, "el buen chico" quiso hacer acto de presencia y soltarle eso de "no puedo hacerlo nena, piensa en tu novio", pero en cuanto mi polla se empezó a despertar de su letargo y noté su calor cerca de mi cuerpo, mandé al "buen chico" a hacer puñetas y empecé a quitarle el jersei. Follamos en la parte de atrás del coche, yo debajo y ella encima de mí, mientras el ñic ñic de la suspensión nos acompañaba.

Después de ese encuentro se sucedieron unos cuantos más, siempre con la misma fogosidad. Al final el tema se terminó, cuando el "Holandés Errante" dejó la brumosa Holanda y se vino a vivir aquí. El holandés que me encontré con un niñato musculitos, bastante corto de entendederas, que ceceaba y que decía que era economista cuando en realidad no llegaba ni a administrativo. Lo peor de todo no fue encontrarme que el Holandés era un papanatas, ni que dos días antes de que llegase el novio, Ana y yo estabamos follando como animales; lo peor fue la actitud de Ana en cuanto apareció, yo no existía ni como amigo. Y lo que más me jodía es que me había colgado de Ana.

Podría haber sido un cabrón despechado, largar lo que yo sabía (Ana tiene un tatuaje en una zona muy íntima), descubrir todo el pastel y sentarme a ver el espectaculo de lloros y disculpas, pero no lo hice. Simplemente me callé, terminé mi periodo como becario y me centré en conseguir mis objetivos. Volví a visitar a algunas escorts para quitarme el gusanillo y no perder práctica a la hora del folleteo (quien diga que es como el ir en bicicleta y que no se olvida, miente), pero no era del todo igual que antes. Después de correrme debía reprimir unas enormes ganas de salir corriendo, no quería demasiadas intimidades....

El tiempo pasó y otro verano volvió a aparecer. Los calores estivales me llevaron hasta Cambrils, donde entré en otro nivel: descubrí Alina Relax en sus buenos tiempos. Pero eso ya es otra historia.....

En la próxima entrega: gozando en Alina Relax, viaje con colegas a Madrid y como me pegaron mi primera venérea.

Continuará....