Quizás ya no tendrán un lugar en la historia los cojones de estos, conocidos por los idem, sacrificados religiosos:
Los cojones del cura
de Almendralejo,
le pesan veinte arrobas
sin el pellejo.
Los cojones del cura
de Argamasila,
que los usa el monago
de campanilla.
Los cojones del cura
de Tarancón,
que abulta cada uno
como un melón.
Los cojones del cura
de Villalpando,
los llevan cuatro bueyes y van sudando.
¡Rediós, y que locuras
hacen con los cojones estos curas!