Quisiera dedicar una canción (ahora que me arrastro por el fango...¡que pena!) a todo@s aquell@s niñ@s a los que alguien comió alguna vez en algún lugar del mundo por distintas y buenísimas razones, todas ellas bendecidas por religiosos y financieros o simplemente por expertos en empalar cuerpos pequeños con una lanza.