Arlet, Arlet, paraaaaaaaaaaaaa, paaaaaaaaaarrrrrraaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Que me asustas con eso de “el que sabe cuál es tu profesión pero se olvida de ella en el fluir alma contra alma………”

De las muchas cualidades del cliente perfecto te has olvidado de la principal: el que paga y no te racanea la tarifa. ¡Que estamos a lo que estamos!

Y la segunda, una buena enjabonada, con especial atención a los bajos, que alguna de tus compañeras me ha comentado alguna vez el tufillo a queso francés con hongos, sin denominación de origen, de algunos tipos. Y no me refiero a los pies.

Luego, la poesía ¿no?

Vas tan desbocada en el lirismo que me gustaría me explicaras que es eso de un cliente “permanente pero caduco”. Es como si te digo que me gustan las señoritas “generalistas con un toque neperiano”.