Tema: REGALOS DE NAVIDAD 2008

Abro este hilo para que, si queréis, comentemos los regalos muy especiales que recibimos u ofrecemos en estas fechas.

Y lo abro porque me apetece mucho explicaros uno que he recibido hoy.

Me lo envía un viejo amigo de Milán, que bien pudo ser mucho más que amigo, y ejerció de casi padre por breve, brevísimo período. Le llamaré, S. Nos unió una pasión por su hija, Tirtzia, y dos largos fines de semana maravillosos en su villa de los Lagos. La arena del más sagrado de los desiertos se quedó con Tirtzia hace muchos años. Pero S. continúa llamándome Hijo.

No podré corresponder nunca con esos regalos, sino recordando todo lo que significan. Y es curioso, han pasado casi 20 años desde el primero y sólo hoy acerté a escribir a cerca de ellos.

El de este año fue sólo un libro, pero un libro muy especial. Es una reproducción facsímil de un códice de Leonardo, el del vuelo de los pájaros. Una maravilla confeccionada en el mismo papel original, con la misma ligadura de tendones animales que se utilizaba en la época. Insignificante, pequeño, frágil... En cada dibujo, Leonardo plasma un instante del vuelo del pájaro, de la exacta posición del ala, de los huesos, músculos, tendones y plumas... Sin fotografía digital. Solo observando y memorizando. Otros dibujos hacen referencia a mecánica e hidráulica, pero nada comparable a lo que la retina del genio era capaz de congelar para la historia...

Y la tarjeta del viejo amigo, casi padre, S. que lo acompaña, siempre con las mismas palabras, Mio caro figlio, .

Por Tirtzia, el 25 Kislev de 5769, inicio de Januká
Oliba

Mi sobrina, hace 5 años, un monedero rojo de la Puka. Había trabajado cuidando peques en verano y gastó parte de su dinero en regalos de Navidad, incluyendo su tía. Me emocioné. La tengo guardada y la utilizo con orgullo. Es de mi niña......

Estaba dentro de una gran caja de cartón con unprecioso lazo rosa. No podía ni imaginar qué sería aquello. Yo tendría unos seis años y jamás olvidaré aqulla escena. Impaciente abrí la caja y mis palabras de asombro infantil fueron: ¡Un gato! ¡Y es de verdad!! Una preciosa gatita estaba dentro, un ser delicado y cariñoso. Durante muchos años calentó mis pies por la noche y durmió en mi regazo mientras yo veía la tele.

Besos

Bueno pues a pesar de que considero cierto eso de que no importa tanto el dinero que te gastes, como poner todo el cariño en un regalo, lo que está claro es que si puedes invertir una cantidad guapa, mejor que mejor.
Hace dos años regalé unos pendientes de perlas australianas que a ella le habían encantado. Los había visto en un escaparate una tarde, paseando conmigo. Son preciosos la verdad, pero lo que fue realmente precioso fue su cara de ilusión al abrir la cajita, eso no tiene precio. Yo los había comprado dos meses antes y tuve que hacer esfuerzos titánicos para guardarme la sorpresa todo ese tiempo. Valió la pena.

http://www.zappingmcsaatchi.com/xmas/emailing/

Todavía recuerdo con cariño el regalo que me dio mi abuelo cuando cumplí los 16 años.

Corría el año de 1947 y, en aquella época, las acciones de las empresas se representaban con unos vistosos títulos de papel, al que se adosaban los cupones que cada año, si había beneficios, cortabas para su canje. Y mi abuelo me regaló una acción del Banco Colonial. Preciosa.

“Toma, Gerundio, prefiero regalarte una acción a abrir una cartilla. Te facilitará usar la imaginación. Cuéntame que has hecho de aquí a unos días”.

Mi abuelo me quería mucho, mucho. Y le prometí que le explicaría al año siguiente los resultados. Y quedó satisfecho. Con la acción conseguí que me fiaran la compra de una bicicleta, un jovencito que presenta una acción en garantía no se ve todos los días, que por supuesto no pagué. Y con la misma acción, que uní a otras 99 de terceros para acudir a la Junta de Accionistas, monté tal bronca al Consejo pidiendo su dimisión que me regalaron 100 acciones si juraba que no volvía. Lo pactamos.

Le conté a mi abuelo lo que había hecho. Y ya sabéis que los abuelos son todo humanidad, bondad y delicadeza. Le gustó tanto, tanto, mi forma de actuar, que la frase que me dijo ha conformado todo mi proceder profesional: “Has hecho bien, Gerundio, no hay que perder el tiempo robando a los pobres”.

Y desde entonces hasta nuestros días, una carrera profesional llena de éxitos. Y es que un buen abuelo no se paga con nada, ni pienso hacerlo.