A mi tampoco me ha ocurrido nunca. No sé si será suerte o qué, pero lo cierto es que cuando tengo planeado hacerle una visita a una escort, hago todo lo posible por evitar determinadas comidas. Unas, para evitar ese indeseable efecto secundario, y otras para evitar otros efectos secundarios no menos indeseables, como el mal aliento.

Como le aconsejó Don Quijote a Sancho, "no comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería".