En contadas ocasiones me he visto en la situación de encontrarme con alguna escort casualmente. Y la cosa acabó que ni nos miramos, como auténticos desconocidos. Yo decidí acercarme a esta chica en particular, porque hubo muy buen rollo y química sexual; y en mis visitas, después del folleteo, nos dedicabamos a hablar de nuestras cosas. De todas maneras esto no quita que si al acercarme no era "bienvenido", yo me iría sin el menor de los problemas. Estaba prevenido para cualquier gesto de incomodidad o reparo. Afortunadamente la cosa no fue así y terminamos como terminamos, pero nunca podré quitarme de encima esa incómoda sensación de haberme "aprovechado" de su delicada situación y de haberle recordado quizá una etapa de su vida que quería dejar atrás.
No sé, quizá obré como un cabrón.
Saludos.