"Había que detenerla.
Las insinuaciones no habían funcionado. No había hecho caso de sugerencias sutiles. Era necesario actuar con más contundencia. Algo drástico e inequívoco, acompañado por una explicación clara.
Esto último era crucial, no podía dejar lugar a la duda ni a las preguntas. Tenía que hacer entender el mensaje a la policía, a los medios y a esa ingenua entrometida, todos tenían que estar de acuerdo respecto a su significado.
Bajó pensativamente la mirada a la libreta amarilla que tenía delante y empezó a escribir:
Tienes que abandonar de inmediato tu proyecto, tan mal concebido. Lo que estás proponiendo hacer es intolerable. Glorifica a la gente más destructiva de la Tierra. Ridiculiza mi persecución de la justicia al ensalzar a los criminales a los que he ejecutado. Crea compasión inmerecida por los más viles entre los viles. Esto no puede ocurrir. No lo permitiré. He dormido diez años en paz con mi éxito, en la paz de mi mensaje al mundo, en la paz de mi justicia. Si me fuerzan a tomar las armas otra vez, el precio será terrible.
Lee lo que ha escrito. Niega lentamente con la cabeza. No está del todo satisfecho con el tono. Arranca la página de la libreta y la introduce en la ranura de la trituradora de documentos que tiene junto a su silla. Empieza una página nueva:
Detén lo que estás haciendo. Para ahora y aléjate. O volverá a haber sangre, y más sangre. Estás advertida. No perturbes mi paz.
Eso estaba mejor. Pero todavía no estaba bien del todo.
Tendría que darle más vueltas, ser más claro, no dejar la menor duda. Debía ser perfecto.
Y había muy poco tiempo.
Deja en paz al diablo, Jonh verdon (2012)