Tema: Revival de experiencias, Grandes tomaduras de pelo

Siempre he dicho que era un curiosón, y cualquier cosa que escape a la normalidad me tira, como el anuncio de chica enseña el búlgaro. El tantra empezaba a sonar como algo nuevo y quería descubrir que era.
Llame, una dulce y embelesadora voz de acento argentino me dio las indicaciones. Tenía que dirigirme a la calle de Santa Margarida. Eso queda detrás del liceo en medio de la Casba. El aspecto lúgubre de la escalera hubiese echado para atrás a cualquiera. Pero mi curiosidad puede con todo.

Me abrió un señor que me dijo que me desnudara y que me duchara allí, dijo señalando una habitación. Con cierto acojone me desnude en una habitación donde no había un solo mueble donde dejar la ropa, y fui dando saltitos hacia donde debía estar la ducha, que resulto estar en un patio de luces y en vez de ser una ducha con plato, era un "safreix" con una manguera acoplada. Me sentí como Manolito de Mafalda de vacaciones. Pasado el trauma de la ducha pase a la habitación. El suelo era de moqueta, pero no sabía donde ponerme. Al poco entro un Oriental, me dijo que no me preocupase por mi desnudez, que en su país eso era normal. Si pero el iba vestido, cosa que sinceramente preferí en aquel momento. Me dijo que ellos no cobraban, que tenía que hacer una ofrenda de 120 Euros al buda de la entrada, y que la chica llegaría en breve.

Cuando se fue deposite los 120 € en la entrada.
Seguidamente me puse a esperar desnudo en la moqueta de la habitación.

Espere , espere y desespere.

A los 25 minutos, cuando ya me iba a largar apareció una corpulenta rusa, en biquini (modelo años 70)que no hablaba ni Español, ni Inglés ni Francés ni Catalán. Por gestos me indico que me tumbara sobre una toalla. Y me embadurno de aceites y mas tarde polvos mientras me masajeaba todo el cuerpo, masaje de vuelta y vuelta pero al llegar al jefe, lo masajeo un poco, como se tratase de un omoplato, y continuo paseando sus extremidades por mi Cuerpo-mundi.

Al cabo de una hora se fue.

Yo entre aceites y polvos como una escalopa lista para la freidora, me vi obligado a subirme al lavadero otra vez . No había nadie en el piso, o eso parecía. Me vestí y me fui, pero al pasar por delante de Buda, vi que mi ofrenda había desaparecido