Después de consultarlo con la almohada, me veo en la necesidad de lanzar un par de reflexiones, que tal vez encontréis interesantes:
- ¿Qué diferencia hay entre quien vende su tiempo usando su cerebro, su fuerza o sus genitales a cambio de una retribución? ¿Por qué ofrecer unos atributos es más "digno" que ofrecer otros? Al fin y al cabo la mayoría de nosotr@s estamos atad@s a trabajos que no son gratificantes, empleando más tiempo del qué sería necesario solo porque alguien ha decidido qué periodo de tiempo debemos emplear para recibir su compensación económica. En este país la libertad siempre se ha visto como una amenaza, así que se empieza por cohartar o prohibir cualquier actividad placentera, no sea que se descuiden los deberes para con las élites que nos marcan el día a día.
- A la "vecina del tercero" la invitaría a sentarse y reflexionar sobre sus valores. ¿Qué valores de una sociedad de pastores y agricultores palestinos de 2000 años antes de Cristo se deberían mantener y cuales empezar a cambiar en el siglo XXI? ¿ Por qué no se atreve a pensar las cosas por si misma, en lugar de acomodarse en mantras que no son nada más que una opresiva forma de control social?
Bueno, a lo mejor voy más allá del tema, pero creo que son interesantes para entender el malestar que se puede sentir en estas ocasiones.
Para terminar, otra reflexión:
Amar es maravilloso, el amor es la fuerza más poderosa que existe, la más motivadora y la más enriquecedora. El problema del amor está en combinarlo con necesidad. Cuando necesitamos algo que amamos es cuándo nos surgen los miedos y las dudas. Yo no soy capaz de hacerlo al 100%, pero me esfuerzo en un bello concepto que oí hace poco. "Ojalá aprendamos a amar sin necesitar"... ¿No sería todo bastante más fácil?
Que tengáis un gran día.