Buenas tardes de nuevo, por indicación expresa de mi confesor al que le han parecido demasiado libertinas las justificaciones a la infidelidad de mi anterior aportación sin entender que lo que pretendía expresar es que infidelidad=Traición=desequilibrio=enfermedad mental; paso a transcribir parte de una Articulo suyo en la revista Familia Cristiana en la que quedan mucho mas claros estos conceptos:





Infidelidad
En este capitulo quiero hablarles acerca del monstruo de la infidelidad.
La infidelidad es una de las experiencias más devastadoras y humillantes que un hombre o una mujer puedan experimentar.
Frases como: “nunca pensé que esto pudiera pasarnos a nosotros”, “me quiero morir”, “ya no encuentro razón para vivir”, “nunca más será igual”, son frases comunes de personas que han sido víctimas de la infidelidad.
La razón por la cual la infidelidad es tan dolorosa, es porque produce una ruptura en la confianza, una total trasgresión a los votos del matrimonio.
Un hombre me dijo que hubiera preferido que le dispararan y que le dejaran paralítico antes de tener que hacer frente a la aventura de su esposa.
Muchas personas dejan de sentirse completas, pues se sienten fragmentadas, destrozadas, confundidas y desorientadas.
Muchas personas ya no saben realmente a que lugar pertenecen. Es muy común que vayan conduciendo su vehículo y se les olvide adónde van o cómo llegar.
Otras personas se sienten traicionadas, la sensación de haber sido escogidos y valorados se sustituye por lo general por una sensación de
haber sido utilizado, o descartado, rechazado y es aquí cuando muchas personas entierran su capacidad de confiar. Todo el mundo, no solamente su cónyuge, se convierte en sospechoso.
Otro sentimiento que aflora en la traición es la impotencia. Muchas personas me han dicho: “por más que me esfuerzo no lo que puedo arreglar”, esto indica una pérdida del control. Sienten como si la vida se les fuera de las manos y es en esta etapa cuando muchas personas pierden la esperanza de que la vida pueda volver a ser buena y por lo general, la ira y la depresión andan rondando cerca.
Otra emoción es la ambivalencia. Le pongo un ejemplo de esto, una mujer puede extrañar a su esposo y al mismo tiempo alegrarse de que se haya ido. Fluctúa entre querer abrazarlo y querer golpearlo. Querer perdonarlo y querer hacer que pague su culpa.
Una mujer que había sido víctima de este monstruo me describió sus sentimientos de la siguiente manera: “por momentos el enojo me superaba de tal forma que lo único que pensaba era en la manera de destruir a mi esposo, después la rabia se reemplazada por venganza y humillación, después me consumía la culpa y me preguntaba, ¿que había hecho yo que estuviera tan mal para que mi esposo necesitara buscar otra mujer?, y después nuevamente me preguntaba como pudo hacerme esto a mi, como pudo romper la confianza que yo tenía en el”.
Quizás usted piensa que su infidelidad es algo que Dios podrá pasar por alto, quiero decirle que no es así; pues el adulterio es siempre una violación a los principios de Dios, y está en contra de la voluntad de Dios, y más aún, siempre conduce a la pena y al sufrimiento.
El sabio Salomón dijo: “¿Tomará el hombre fuego en su seno, sin que se quemen sus vestidos? Así es el que se llega a la mujer de su prójimo, no quedará impune ninguno que la tocare”, y termina diciendo, “más el que comete adulterio es falto de entendimiento, el que así actúa se destruye a si mismo, heridas y vergüenza hallará y su afrenta no será borrada”.



Atentamente

LAURENT