CORLEONNE
El desconocido bajo del autobÚs, se sacudió el polvo, cruzó la plaza, ardiente bajo el sol de agosto y entro en la bodega.

El rumor de fichas de dominó Se paró, el humo de tabaco se abrió para que todas esas miradas torbas, de crital seco, pudieran golperle mejor.

Entendió entonces que nunca volveria a ver los cafés de Florencia, ni la playa de Capri, pero un cansancio impensable sacaba todo sabor a esos recuerdos, como si nunca hubieran sido desados, como si solo un habito lo hubiera atado a ellos. Al mismo tiempo una gran despreocupación, como si el final fuera algo que habia conocido desde siempre sin saberlo. Avanzó hacia la barra y pidió una grappa.