Hay veces en las que las rachas se juntan . Por algún hada maligna del destino, esas rachas suelen ser malas, muy malas y se reproducen y todo se acumula. Desde enero, me han pedido delinquir, me han robado, han pinchado mis teléfonos e intervenido mis comunicaciones, han revisado mi agenda y hasta me han leído mi moleskine. Me he sentido violado, como nunca, con una sensación de desnudez indescriptible.
Los amigos viejos, con la sabiduría de la senectud y la sonrisa cáustica que sólo da mirar la vida desde el final y con el descojone del tiempo se van. Sonrientes, irónicos, pero se van. Una triste oración en el camposanto y acordarse de los recuerdos con sensaciones contradictorias de alegría por lo aprendido y el reproche por el abandono. ¡Cabronazo!
La enfermedad golpea alrededor. A jóvenes, de forma injusta e imprevisiblemente irremediable. Hasta a uno mismo, que pensaba que era indemne, un jodido bichito bacteriano le ha amargado los meses; y lo que queda.
Mi traidor particular ha seguido pegando hachazos por la espalda. Pero con el retrovisor le esperaba. Sólo heridas leves, pero las batallas continúan; y la guerra, larga, es mía.
Como se suele decir en castizo. ¡Hasta los mismos cojones!
Afortunadamente también casi siempre hay alguien que un día te llama, escucha tu voz y tu tono, no dice nada, y al asomar la primavera y saliente del duelo, te propone unas cañas y sin preguntar mucho, entiende, te mira con ojos de gata, te acaricia la mejilla y te la besa con afecto. Y encima, abre el bolso y te regala una antología poética de Lorca que te rejuvenece y te coloca veinticinco años atrás.
Y al abrir el libro... aparece lo que debe, que las hadas no son todas malignas y el destino insaciable.

Córdoba
Lejana y sola.
Jaca negra, luna grande,
Y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
Yo nunca llegaré a Córdoba.
Por el llano, por el viento.
Jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
Desde las torres de Córdoba.
¡Ay que camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera
antes de llegar a Córdoba!



Ea pos me he quedado tranquilito, tranquilito. Y me cago en la leche que mamó más de uno.

Saludos.