Ayer, en medio de cierta vorágine, apareció un viejo facsimil que me regalaron hace años. Lo releí, y creo que merece la pena.

Avanzad tranquilamente entre el ruido y la agitación, y recordad la paz que puede haber en el silencio. Sin alienación, vivid mientras podáis en buenos términos con todo el mundo. Decid suave y claramente vuestra verdad, y escuchad a los demás, incluso al simple y al ignorante, que también tienen su historia. Evitad a los individuos ruidosos y agresivos, que son una vejación para la mente. No os comparéis con nadie: podéis volveros vanidosos. Siempre habrá mayores y menores que vosotros…

Disfrutad de vuestros progresos tanto como de vuestros logros; interesaos siempre por vuestra carrera, por modesta que sea: es una auténtica posesión en las prosperidades cambiantes del mundo. Sed prudentes en vuestros asuntos que el mundo está lleno de engaño.

Pero no seáis ciegos ante la virtud que existe: hay individuos que buscan grandes ideales y, por todas partes la vida está llena de heroísmo. Sed vosotros mismos ¡Sobre todo no simuléis la amistad! Tampoco seáis cínicos en el amor, ya que es tan eterno como la hierba frente a cualquier esterilidad o desengaño…

Aceptad con benevolencia el consejo de la edad y renunciad con donaire a vuestra juventud. Id fortaleciendo la prudencia de la mente para protegeros en caso de súbita desgracia. Pero ¡ no os entristezcáis con quimeras! Muchos miedos nacen del cansancio y de la soledad… Más allá de una disciplina sana, sed bondadosos con vosotros mismos. Sois hijos del universo, igual que los árboles y las estrellas: tenéis derecho a estar aquí….

Y tanto si os parece como si no, sin duda el universo s desarrolla como debe. Quedad en paz con Dios, cualquiera que sea el concepto que tengáis de él; y sean cuales sean vuestros trabajos y sueños, conservad en el ruidoso desconcierto de la vida la paz en vuestra alma. ¡Pese a todos, sus penosos afanes y sus sueños quebrantados, el mundo es bello! Tened cuidado…

Tratad de ser felices.

“Encontrado en una vieja iglesia de Baltimore en 1692. Autor desconocido”



Saludos