Cita Iniciado por ELLE Ver Mensaje

En este caso, deslealtad equivale a infidelidad. Eres infiel y estás siendo desleal, todo en uno, porque te acuestas con otras, y le estás hurtando a ELLA una información que le pertenece.

Y es que, además, se trata de una información utrasensible y vital que necesita para saber cómo es la realidad de su pareja. Le niegas la verdad de su situación. Le impides decidir si quiere o no vivirla como tú la estás viviendo por tu cuenta.

Te tomas la justicia por tu mano: No te hace falta saber que estoy con otras. Con que lo sepa yo es suficiente.

Y, por supuesto, le engañas muy malamente. Salvando las distancias, es como si, en una fecha especial, le dices que llevas tres años privándote por ella, ahorrando para su regalo. Pa que vea cuánto la quieres.

Y le das un anillo con un cacho vidrio, diciéndole que es un brillante de 4 Kts. Y dentro de una caja de Tiffany´s.

Muchos queréis vender (no compramos) que el sexo no es tan importante. En primer lugar, dejadla a ella decidir por sí misma, el grado de importancia que quiere darle al hecho de que lo practiquéis con otras mujeres.

Y en segundo lugar... Si no es tan importante... Cómo es que gastáis tanto tiempo, energías y dinero en conseguirlo????

Suena sospechoso, porque... Da toda la impresión de que a vosotros os importa muchísimo...

Puede ser verdad lo que comentas. Es probable en cierto grado. Y más probable que así pienses de quien te acompaña pagando por ello.

Es una postura inteligente, Elle. Pero has de tener mucho cuidado con el grado de evidencia en lo que manifiestas.

Ante la entrada de foreras que adulan nuestras múltiples habilidades, salero, simpatía, chistes y gracias, belleza, encantos varios y obtención de infinitos orgasmos femeninos, y una demanda creciente pero de esquilmada cartera, es bueno distinguirse de la masa oferente con una publicidad diferenciada que siga la denominada “corriente neorrealista”. Es más atrayente y efectiva. Eso sí, te recomiendo que de tanto en tanto la endulces con unas gotitas amables, coquetas, de admiración y disfrute del maravilloso mundo masculino, haciéndonos creer que es incomprensible pero fascinante a unos ojos femeninos, sin abusar, sin excesos, con poco teatro, y si a ello añades una pizca de viciosa y obscena inocencia, los resultados están garantizados. En resumen, que te gusta poco, pero te gusta, el cómo somos. Es obvio: dar una constante caña y menosprecio a la posible cartera de clientes es contraproducente, salvo para el sector que practica el sado, no mayoritario. No olvides, nunca lo hace una mujer inteligente, que gozamos del defecto de tenernos en una muy alta consideración y estima, estamos realmente encantados de conocernos. Ya sabes, el clásico signo de la estupidez masculina. Que no está reñido, cada vez con más escasez, con disponer de una abultada billetera.