La tarde en la que encontré a Marilyn

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por ex5
Barcelona

Apartamento por horas7
Duración70 minutos
Precio250
PechoNatural
Fumadora
BesosBesa con lengua
FrancésSin
GriegoNo lo sé

 

Siempre aborrecí ser el chamán de la tribu. Este es el rango especial que me fue otorgado a los trece años, mientras en mi entorno veía grandes guerreros de todos los estratos yo empecé a tener pesadillas noche tras noche, un entamado de pasado y futuro, solo comprensible por otro viejo chamán de quien adquirí vastos conocimientos. Así que un amanecer de diciembre sentado en la hierba de un parque viendo una encina vieja junto a una joven al lado de mi anciana perra Labrador, pensé que podía utilizar el ganado y voluntades reunidos a largo de estos años a cambio de que una reina amazona me convirtiera en el más noble guerrero aunque solo fuera brevemente.  

Dicho este matiz, decidí llamar a Ariadna Cid. Era la segunda vez que hablaba con ella, MPs aparte, porque el encuentro anterior hubo de cancelarse por un problema “técnico” así que quedé con ella un sábado tarde. Aquella semana Jordi, Toni, Sandra y Gemma no paraban de darme la brasa con quedar el sábado para tomar algo en el Lokan (los nombres han sido modificados)  y llevaba toda la semana preocupado por temas familiares así que monté una doble farsa, cosa que va contra mis principios: “Colegas no puedo quedar, tengo un familiar enfermo,” “progenitores, me voy de fiesta con los amigos”.  Así que cogí el tren y tiré para Barna. Puse algo de Sabina, y mientras sonaba la canción de Ciudadano Cero y viendo las torres de Sant Adrià empecé a pensar en ella. Llegué muy puntual a Sants y le envié un mensaje a Ariadna conforme iba en camino. Dado que estaba como un flan en manos de un hiperxecitado neuronal decidí coger un Taxi hasta el centro de Barcelona. “Más de lo mismo, se nota que naciste a las 8:45, tío”. Así que tomé una cocacola para ir haciendo tiempo y ya cuando quedaban 20 minutos me planté delante de la puerta de los Campos Elíseos junto a una mujer africana que pedía limosna.

(Pausa para una copa, que por supuesto, es la mía)

Al cabo de un rato apareció ella, y viéndome plantado en la puerta me pregunto si era Hess. Se quedó algo perpleja al principio, ya que me hacía 18 años- o quizás me imaginaba algo más alto-.  Y por fin ahora viene el fuego a discreción. Estuvimos unos minutos tomando unas cocacolas. Ariadna me pareció una chica inteligente y que irradia un carisma y un buen rollo que me puso a cien. Tuvimos un par de anécdotas en la ducha, más bien materiales, porque la tercera anécdota es que allí empezamos a besarnos, fue una tarde cargada de besos.  Me tumbé en la cama y empezó a besar mi cuerpo bajando lentamente para hacer un francés. Sobran las palabras ya que soy un chaval timidísimo y sencillamente no podía ni articular palabra. Acto seguido se puso encima de mí y empecé a penetrarla, rediós como jadeábamos los dos, empecé a notar como sudaba Ariadna y yo cada vez más caliente. Mi turno de besos empezando por su cuello fui bajando por sus pechos y su vientre y de repente me encontraba penetrándola de nuevo, yo encima oyendo su jadeo, yo casi preinfartado (gracias Dr. Winston). Más besos. Un segundo francés, entre besos y luego hicimos un piti informal charlando, como un rollete de verano acariciándonos, abrazadonos. Hubo un tercer francés…. Ya en la puerta, me despidió con un guiñándome un ojo.

 

En fin, una tarde que espero no borrar nunca de mi memoria.  Me pareció una chica implicada al 100%. Como diría el Dr. Lecter, ¿han callado ya los corderos?