Cuando el sexo es real

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por relajado
Barcelona

Apartamento por horas7
Duración120 minutos
Precio200
PechoNatural
FumadoraNo
BesosBesa con lengua
FrancésSin
GriegoNo

Hay chicas que conviene dosificar, porque crean adicción. Después de un tiempo prudencial, decidí volver a quedar con Leila.
 
Quedamos en la Estación de Sants, para tomar algo y desde allí marchar a los Breda. Llego con retraso, no podemos tomar ni un café. Nos dirigimos al Breda y allí tomamos la habitación que nos asignan. Leila se separa un momento de mí y me pide que me dé  la vuelta. Cuando vuelvo a mirarla, se ha puesto un picardías encantador. La beso y disfruto de esa lengua pícara, juguetona. Nos desnudamos suavemente, hasta quedar ella en ropa interior. Mirándola a los ojos, le quito el sujetador y descubro poco a poco sus encantadores pechos de jovencita, que a la sazón presentan unos pezones erectos como antenas: me lanzo directo a ellos. “Voy a ver si estás húmeda” “Creo que sí”, responde ligeramente turbada. Bajo a su encantadora vagina, y la encuentro cálida y más que lubricada. Comienzo a juguetear con sus genitales mientras siento como pierde el control de su zona pélvica y de vez en cuando suelta un “¡Madre mía! ¡Madre mía!”. Cuando finalmente alcanza el orgasmo, vuelvo a subir lentamente hasta su rostro, la beso y suavemente la llevo a la cama. Allí, tras un breve descanso, Leila se lanza a felarme: es una mamada de profundidad media, con lengua juguetona. No puedo evitarlo y le follo la boca, sin forzar en exceso la penetración pero empujándola hasta recostarla. Me retiro y desciendo un poco. Le pido un condón y la penetro en misionero: la tomo de los tobillos y elevo sus piernas hasta que mis hombros reposan entre sus rodillas. Tiene una vagina sumamente agradable de penetrar y todo su cuerpo tiene esa magnífica firmeza de la juventud. Alternamos posturas mientras nos susurramos auténticas burradas el uno al otro, es un momento muy especial. Leila folla de verdad, con genuina lubricación vaginal y genuinas contracciones vaginales, sin trucos ni vicios tan típicos de otras chicas. Soy de un solo tiro, pero ella consigue volver a ponerme firme después del primero. Y hay un segundo. Y un tercero. Con seis años menos, podría competir contra ella, pero la edad no perdona. Follamos como animales en celo.
 
Finalmente, llaman al interfono: nos hemos pasado de las dos horas contratadas. Para evitar tentaciones, nos duchamos por separado. Bajamos juntos y, ya en la calle, me despido de Leila.
 
Tengo un pálpito sobre esta chica. Algo en ella me hace pensar en Nora, aquella menorquina que nos visitó allá por el 2007 y que tras una breve y exitosa campaña se retiró definitivamente.